Latinos en Francia

Son minoritarios entre los inmigrantes radicados en Francia, pero representan una voz cada vez más activa. Los latinoamericanos están «inquietos» por «el discurso populista» que dicen percibir en las elecciones presidenciales de abril: «Es fácil usar inmigrantes como carne de cañón», denuncian.

Los colombianos Carlos Arbeláez y Saúl Suaza y la argentina Sofía González Chiraux son tres emprendedores en la treintena de distintos recorridos y con algo en común: poner en valor el aporte de los inmigrantes en una sociedad francesa especialmente preocupada por la llegada de extranjeros, reflejada en el auge de movimientos ultraderechistas como los de los candidatos Marine Le Pen y Éric Zemmour.

«El panorama de estas elecciones me inquieta un poco. Hemos visto que los discursos políticos quieren manipular la realidad de las migraciones. Creo que es bastante fácil usarnos como carne de cañón para dividir, en vez de unirse para una sociedad mejor», alega Arbeláez, de 35 años.

Esta reflexión llega poco después de que Le Pen y Zemmour detallaran en sus promesas electorales cómo reducirán drásticamente las ayudas sociales a los inmigrantes, con el objetivo de frenar la llegada de los musulmanes procedentes de África y Oriente Medio.

SEIS MESES VIVIENDO EN LA CALLE

Desde los locales parisinos de la ONG Singa, dedicada a la integración y empoderamiento de los refugiados, este emprendedor repasa su última década de vida. En 2011, cuando era estudiante de Derecho, huyó de Colombia por las amenazas de muerte que recibió por su labor en defensa de los derechos humanos.

Después de breves pasos por España e Italia, pidió asilo en Francia. En París, pasó seis meses durmiendo en la calle hasta que logró el estatuto de refugiado. «Es una parte de mi vida de la que no me acuerdo mucho ahora, a veces dormía en el metro, las salas de espera de hospitales y en las bibliotecas», rememora.

Arbeláez completó sus estudios en Francia y logró encauzar su vida hacia el emprendimiento social. La marca de café Populaire, implantada en París e incubada con la ayuda de Singa, es el emblema que comparte con su compatriota Saúl Suaza, de 36 años.

Suaza, que militaba en movimientos contra la extrema pobreza en su Medellín natal, aterrizó en Francia en 2019 como estudiante, una de las vías menos complejas para poder vivir legalmente en el país europeo, aunque no exenta de obstáculos.

En la capital francesa, conoció a su futuro socio Arbeláez. «No lo sabíamos pero habíamos estudiado en la misma escuela y teníamos muchas amistades en común». Coincidencias de la vida.

La voluntad de ayudar a las capas más empobrecidas de Colombia y su amor por el café, inculcado por sus padres y abuelos, convergieron en el lanzamiento de Populaire. La empresa da preferencia a la compra del grano de pequeños productores víctimas del conflicto armado en el país sudamericano.

Suaza recorre París con los sacos de grano de café en el sillín de su bici para repartirlo a las cafeterías y empresas socias. Mientras espera a que el proyecto despegue y le concedan un visado de emprendedor -creado por el Gobierno de Emmanuel Macron-, sigue viviendo la angustia del inmigrante.

«Cuando reúno la papelada de un año ya estoy preparando la del siguiente, pero no sé hasta qué punto voy a aguantar esa presión», asume. No obstante, tanto Suaza como su amigo Arbeláez están agradecidos con las oportunidades que Francia les ha brindado.

POCOS PERO MUY ACTIVOS

Los latinoamericanos son una franja minoritaria entre los 5 millones de inmigrantes residentes en Francia (un 7,7 % de la población). Casi el 50 % procedente de África y el 30 % de Europa. Menos del 6 % viene del continente americano.

A pesar de peso relativamente bajo, ha demostrado ser una comunidad muy activa, como sucede en el caso de la argentina Sofía González Chiraux, de 32 años. Licenciada en Sociología y profesora de yoga, llegó a Francia en 2018 y conoce los dos reversos de la moneda.

Gracias a su abuelo, tiene un pasaporte francés y se ahorró la mayoría de las penurias burocráticas que padecen lo que llegan de fuera de la Unión Europea. «Comprendí la complejidad de la inmigración cuando inicié el proyecto de yoga para mujeres en casas de acogida por haber sufrido violencia de género», cuenta.

La joven, quien fundó la asociación Ahimsa con la ayuda de Singa, constata que estas mujeres, una buena parte de origen africano, sufren «una desconexión con su cuerpo» fruto del trauma que han vivido. «Lo importante es que incorporen técnicas del yoga, como la respiración, en el día a día para bajar los niveles de ansiedad».

Contrariamente a sus colegas colombianos, González Chiraux tiene derecho a votar el próximo 10 de abril. Ella lo hará probablemente por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon. ¿Y en la segunda vuelta? «El que sea menos de derecha, seguramente Emmanuel Macron».




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