Más de dos millones de kenianos se enfrentan a una «inseguridad alimentaria aguda» en los próximos seis meses como consecuencia de la sequía causada por la reducción de las lluvias en el país, que ha afectado a los cultivos, alertó este martes el Comité Internacional de Rescate (IRC).

En base a estos datos oficiales, el presidente keniano, Uhuru Kenyatta, ya declaró a mediados de septiembre «emergencia nacional» la sequía que atraviesa el norte del país tras dos estaciones húmedas marcadas por la escasez de lluvia y ordenó la distribución de agua y comida en los condados afectados.

Un total de 12 condados, entre ellos los norteños de Turkana, Garissa o Marsabit y otros situados en la costa, como Lamu o Kilifi, según los últimos datos oficiales, están siendo golpeados por la sequía, habiendo registrado hasta solo un 26 % de las precipitaciones habituales.

«Muchas de las personas que viven en estas áreas dependen en gran medida de los cultivos como fuente de nutrición y sustento y las sequías se han traducido en una producción agrícola por debajo de la media», dijo en un comunicado difundido hoy el director para el país del IRC, Mohammed El Montassir Hussein.

En este sentido, «las reservas de los hogares están hasta un 66 % por debajo de la media para todos los cultivos», advirtió Hussein.

Según los últimos datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), del pasado mes de agosto, el acceso limitado a comida -agravado por la pérdida de ingresos y el cierre de mercados por la covid-19- ha dejado a más de 532.000 menores de cinco años sufriendo desnutrición aguda.

Además, «una migración antes de lo normal de hasta el 60 % del ganado mayoritariamente en búsqueda de pastos y agua ha intensificado la inseguridad y los conflictos», según Hussein, al favorecer el enfrentamiento entre comunidades de pastores y agricultores.

El difícil acceso a agua potable es la preocupación más inmediata, ya que un 87 % de los condados registran distancias por encima de la media entre los hogares y las fuentes de agua y un 78 % en el caso del agua para ganado, según OCHA.

«El cambio climático es el principal impulsor de las sequías erráticas y recurrentes», denuncia el ICR, algo que también tiene consecuencias negativas para la salud.

Mientras es probable que el aumento de las temperaturas y los patrones cambiantes de precipitaciones «exacerben la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue o la malaria», la falta de agua limpia «llevará a una mayor incidencia de diarrea», una de las principales causas de muerte para menores de 5 años.

Aunque África es el continente que menos ha contribuido al calentamiento global, representando menos del 4 % de las emisiones mundiales de gases invernadero, su población sufre de manera desproporcionada las consecuencias del cambio climático y, en muchas ocasiones, cuenta con menos recursos para hacerle frente.




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