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La vasta historia de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA ofrece innumerables hechos futbolísticos, mediáticos y culturales que dan brillo a la competencia de naciones más importante del mundo. Por otro lado, es cierto que donde hay luz, hay oscuridad.

Tal frase describe la carrera mundialista de Luis Felipe Monti, defensor campeón de América con Argentina, subcampeón del mundo con Argentina y campeón del mundo con Italia.

Monti tuvo una carrera llena de momentos futbolísticos memorables. El nacido en Buenos Aires el 15 de enero de 1901 fue autor del primer gol de la selección Argentina en los mundiales y es el único jugador en jugar dos finales del Mundial con selecciones distintas.

Doble finalista, doble presión

El argentino de nacimiento formó parte de la delegación albiceleste de 1930 para el Mundial de Uruguay. La selección comandada por el delantero Guillermo Stábile alcanzó la final del torneo con cuatro triunfos en el mismo número de juegos y un total de 16 goles a favor y cinco en contra.

En la final enfrentarían a Uruguay, el local, que también tuvo un paso aplastante durante la competencia. El cuadro de casa disputó tres juegos, logró pleno de triunfos, anotó 11 goles y recibió 1.

El duelo decisivo inició con ventaja argentina tras finalizar el primer tiempo. La albiceleste dirigida por Francisco Olazar estaba al frente 2-1 con goles de Carlos Peucelle y Stábile. En el descanso, según recopilan el sitio oficial de la FIFA y el diario Marca de España, la incertidumbre, el miedo y las lágrimas inundaron el vestuario argentino.

«Cuando Argentina ganaba 2-1, le dijeron que si no perdían iban a matar a mi abuela y a mi tía», contó Lorena Monti, nieta del exfutbolista fallecido en 1983, en publicaciones de la FIFA.

Compañeros de Monti, como Francisco Varallo o Fernando Paternoster, fueron autores de comentarios reveladores, según recalcó Marca. Varallo comentó un tiempo después del famoso partido que Monti «estaba tan asustado que cuando se caía un uruguayo iba y lo levantaba», en alución a que Monti estuviese jugando bajo una supuesta amenaza.

Paternoster, por otro lado, comentaría durante el descanso de la primera final de la Copa del Mundo que para los argentinos era «mejor perder, si no, moriremos todos aquí».

Italia 1934

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En el Mundial de 1934 la situación era completamente distinta para Monti. Pues, esta vez, el defensor vestía los colores del equipo local y no sufriría lo ocurrido en 1930, en teoría.

Tras llegar a la final con un camino lleno de resultados ajustados, la selección de Italia, país dirigido en aquella época bajo el régimen de Benito Mussolini, alcanzó la final del torneo y se enfrentaría a Checoslovaquia. «Antes del partido con Checoslovaquia, entró una persona al vestuario de parte de Mussolini, que le dijo a los jugadores que si no ganaban, habría consecuencias», dijo la nieta de Monti a la FIFA.

Por segundo Mundial consecutivo, Monti se encontraba entre la gloria y la muerte. El propio futbolista reconoció los hechos en años posteriores a su retiro como profesional.

«En 1930, en Uruguay, me querían matar si ganaba, y en Italia, cuatro años más tarde, si perdía».

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El caso de Monti es uno de los más emblemáticos de la historia de los mundiales y que trascendieron más allá del deporte.

Su carrera como profesional y su integridad física sobrevivieron los golpes del fútbol. Pero los choques emocionales tras vivir situaciones que iban en contra de su espíritu deportivo y atentaban contra su propia vida, quedaron para siempre en su memoria y la de sus familiares.




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