La unidad de Derechos Fundamentales de la Fiscalía General investiga la muerte de los hermanos Julio César (24) y Carlos Francisco Rangel Novais (27), en un extraño procedimiento realizado por oficiales de la Policía Nacional Bolivariana en Gramoven, Catia.

El martes 10 de julio una comisión policial llegó al callejón Las Dos Torres, y al ver a los uniformados los hermanos Rangel corrieron y se escondieron en la casa de un vecino.
Julio recibió un tiro en una nalga y otro en una pierna. Cuando los familiares acudieron al hospital les dijeron que había muerto y al revisarlo observaron que tenía otros disparos, muchos hematomas y el rostro desfigurado. Se lo llevaron vivo y apareció muerto; aseguraron.

A su hermano no le dispararon porque salieron los vecinos, comenzaron a gritar y antes de que se generara una alteración del orden público se lo llevaron detenido para el módulo de El Amparo, en Catia, luego lo presentaron en los tribunales y quedó recluido en el centro de coordinación de San Agustín del Sur.

-No lo mataron porque los vecinos protestaron.
Su prima Rebeca Novais dijo que el domingo 15 fueron a visitar a Carlos Francisco y lo vieron muy golpeado, con marcas en el cuello y laceradas las muñecas debido a las esposas que mantuvo apretadas por mucho tiempo. Cuando ella reclamó los funcionarios la obligaron a retirarse de la comisaría.

En la visita del lunes le notificaron que Carlos Francisco había muerto a consecuencia de los golpes que recibió durante una riña con otros presos, pero le parece extraño que fue el único detenido lesionado ó muerto.

A Julio lo retiraron de la morgue el jueves 12 de julio y lo velaron en urna sellada porque tenía el rostro totalmente destrozado.

Los familiares niegan que se hubieran enfrentado con la policía porque no portaban armas, aunque a Julio le sembraron una y a Carlos Francisco le colocaron droga para acusarlo por “tenencia de estupefacientes en menor cuantía”.

Julio estudiaba segundo semestre de informática, estaba haciendo trámites para ingresar a la UNES y trabajaba en la Misión Barrio Tricolor, al igual que su hermano Carlos.

Eran los únicos hijos de María Magdalena Novais, una mujer hipertensa que dependía económicamente de sus dos hijos que vivían con ella. Julio dejó una viuda y un hijo de 3 años.

Epidemia en centro policial
En el centro policial de la PNB en San Agustín del Sur hay una situación grave de hacinamiento. Tienen 219 presos en seis celdas con capacidad para 60 hombres. 10 presos por celda.

La Fiscalía General investiga la posibilidad de que se desate una epidemia difícil de controlar porque hay presos con enfermedades infectocontagiosas y de transmisión sexual, como tuberculosis y HIV; y para ingresar al área de calabozos los funcionarios tienen que llevar tapabocas.

Debido a un conflicto que se suscitó en el centro de coordinación de La Yaguara, tuvieron que sacar a varios presos y como no había donde recluirlos optaron por meterlos en unas patrullas donde durmieron por varios días.

Los familiares al enterarse hicieron la denuncia y los detenidos fueron llevados a esa comisaría de San Agustín del Sur.

Allí conviven con presos traídos de Boleíta, antigua Zona 7, que están enfermos de tuberculosis y otras enfermedades contagiosas. El hacinamiento en Boleíta sobrepasó los límites porque en 15 calabozos conviven más de 1.000 hombres.

Para resolver la situación las autoridades tienen planes de hacer una jornada al estilo plan Cayapa, con personal del ministerio de Salud.




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