Sin referencia a gobierno alguno en particular, me ha parecido aleccionador enfocar ese problema muy recurrente en América Latina para que todos puedan  reconocer los síntomas de esa grave patología   –  porque de auténtica patología se trata  –   que es un autoritarismo incipiente. La aspiraciòn de mandar, por supuesto dentro de las normas establecidas por la Constituciòn, es más que normal en un hombre público que ha dedicado su vida al servicio del país. En cambio deja de ser un servicio para convertirse en una autentica “patología”, por lo general disimulada con habilidad y con alevosía, detrás de una pantalla de populismo  y de falsa democracia y que está lamentablemente arraigada en la forma de gobernar en América Latina, cuando esos señores piensan perpetuarse en el gobierno.

El “modus operandi”   de esos señores ya es súper trillado, pero todos terminan con el clásico procedimento de pedir autorización al poder legislativo a través de la mal llamada “ley hablitante” para obtener poderes extraordinarios evitando toda la molestia y todos los impedimentos, por otra parte perfectamente constitucionales, de esos obsoletos procedimientos de depender de la Asamblea. Así hizo Hitler en 1933, así hizo Mussolini en 1925, así intentó hacer Fujimori en Perú pero ante la negativa del Congreso para concederle esos amplios poderes solicitados y alegando, de una forma alevosa, -una falta de cooperación por parte de los diputados del Frente Democrático  (FREDEMO) de Mario Vargas LLosa y de los diputados de Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) de Alan García, el 5 de abril de 1992 disolvió el mismo Congreso, suspendió las actividades del Poder Legislativo, (lo mismo que hizo en 2015 Maduro en Venezuela)  –  en otras palabras dió un golpe de estado  –  y siguió mandando de una forma autoritaria. No me parece necesario decir que “así se hacía en la URSS o en la CUBA castrista”  porque en esos regímenes comunistas la separación de poderes es considerada una debilidad y,  por lo tanto, es como si no existieran. Y así una vez  logrado ese beneplácito “forzado o interesado” de los otros poderes, esos gobernantes se encuentran con el camino despejado hacia un mandato “ad libitum” hasta completar esa sagrada misión que Dios les encomendó y que, por lo general, termina solamente cuando se mueren o cuando…lo sacan con la fuerza! Esos son, a grandes líneas, los elementos que caracterizan a un gobierno autoritario. Me parece entonces tratar de memorizar para no correr el riesgo de que pasen…desapercibidos. Más vale prevenir que…lamentar!

Desde Italia  –  Paolo  Montanari Tigri




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