«¡Todo demócrata y opositor al régimen totalitario debería actuar como si el poder fuera a ser entregado mañana! » Václav Havel

El propósito del régimen – tratando de calcar modelos retrógrados – no es otro que atemorizar no solo a cualquier ciudadano que, al tratar de participar en el espacio de la política, es presa de las viejas prácticas totalitarias que van desde las amenazas, el desprestigio, la burla e insultos, el amedrentamiento, hasta la violencia.

La supervivencia del «proceso» exige mecanismos que, por la amenaza o el uso de la fuerza, consigan extender el temor entre quienes se quiere mantener bajo control. La extensión del temor busca paralizar las intenciones de cambiar la realidad que vivimos. Hannah Arendt, en su obra de obligatoria lectura «Los Orígenes del Totalitarismo», sostenía que el miedo, inducido desde el poder, paraliza a las sociedades, las anestesia, insensibilizándolas ante la «banalidad del mal»; y establecía una diferencia cualitativa importante entre tiranía y totalitarismo: la tiranía produce miedo, el totalitarismo produce terror.

Uno de los peores enemigos de la democracia es el miedo y el síntoma más elocuente de su vitalidad es la libertad. Miedo y libertad no pueden convivir. Sin libertad no hay democracia y cuando llega el miedo, se inicia la travesía que conduce al totalitarismo.

Acá están de nuevo, sembrando el miedo, para disipar la angustia que ya les alcanza. Todas las acciones absurdamente amparadas, aupadas y ordenadas por el régimen y sus secuaces, tan sólo pretenden neutralizar, mediante la amenaza, la agresión, y hasta el ataque, a una realidad ineludible: un 85 % de los venezolanos que desde hace rato dicen ¡Basta!
Para concluir, nos permitimos recordar al poeta Vaclav Havel, quien, al asumir la presidencia que transformaría a su país en lo que es hoy la República Checa, con un discurso pronunciado el 1 de enero de 1990, en el que lejos de ser complaciente con el pueblo que le eligió, hacía un duro reclamo y llamado a la conciencia moral de sus conciudadanos al decir: “… Por miedo la gente se ha acostumbrado a ignorar la realidad para centrarse solo en la suya propia, como si su entorno no existiese. A callar o decir lo contrario a lo que se piensa por miedo. El miedo nos ha llevado a encerrarnos en nuestros asuntos y a ignorar las injusticias, las violaciones más flagrantes a nuestros derechos humanos, ciudadanos y políticos más elementales e incluso la desgracia del otro, para ver a quienes dedican su tiempo a la lucha por la justicia o la democracia como tontos románticos… No fuimos tan solo las víctimas de un sistema sino quienes lo alimentábamos y manteníamos…”

Sea propicia entonces la ocasión para repetir lo expresado un tiempo atrás: el origen del término coraje nos llega del latín cor (corazón) la palabra da la idea de poner al corazón en aquello que tengamos que hacer. Se trata de una de las más importantes y destacadas virtudes humanas. En todo momento, el miedo y el coraje han estado enfrentados. Cuando el coraje fue más fuerte que el miedo, las sociedades avanzaron y progresaron, pero cuando se impuso el miedo, se abrieron los espacios de la parálisis y del retroceso…

La invitación es entonces, a ponerle el corazón a la Primaria.

Manuel Barreto Hernaiz




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