El representante permanente de Nicaragua ante el organismo, Arturo McFields Yescas, quien decidió este miércoles dejar de "guardar silencio" y arremetió contra "la dictadura" de Daniel Ortega en su país. Foto EFE

El embajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Arturo McFields Yescas, que ocupa el cargo desde octubre pasado, se le rebeló este miércoles al Gobierno del presidente Daniel Ortega, al que calificó de «dictadura» y de no permitir elecciones libres en el país.

Durante una sesión virtual de la OEA, McFields Yescas decidió dejar de «guardar silencio», arremetió contra «la dictadura» de Ortega y denunció que Nicaragua «se convirtió en el único país de Centroamérica donde no hay periódicos impresos» y «no hay libertad para publicar en redes sociales».

Tampoco «hay organismos de derechos humanos» independientes, ni «existen partidos políticos» opositores, «ni elecciones creíbles» y «no existe separación de poderes, sino poderes fácticos». Un país en donde «se han comenzado a confiscar las universidades privadas y se han cancelado 137 ONG católicas, evangélicas, ecologistas, Operación Sonrisa y la lista sigue creciendo».

ENTRE EL PERIODISMO Y LA DIPLOMACIA

McFields Yescas, graduado como licenciado en Comunicación Social en la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), en Managua, reemplazó en el cargo al embajador Luis Exequiel Alvarado Ramírez el 27 de octubre de 2021.

Se desempeñaba como ministro consejero de la misión permanente de Nicaragua ante la OEA desde octubre de 2019, y anteriormente como primer secretario de la misión permanente nicaragüense ante ese organismo regional.

En 2011 fue nombrado agregado de prensa de la embajada de Nicaragua en Estados Unidos.

Trabajó en una radio juvenil y en la evangélica emisora Maranatha, en Nicaragua, y posteriormente en el diario La Prensa, que ahora solo circula en una plataforma digital y cuyas instalaciones se encuentran ocupadas por la Policía Nacional.

De allí pasó al Canal 12 de la televisión local, donde hizo un reportaje a la familia Ortega —en la oposición en ese entonces— sobre cómo celebraba la Navidad en su hogar.

Es hijo del poeta caribeño nicaragüense David McFields, amigo de la esposa de Ortega y vicepresidenta del país, Rosario Murillo, con quien fundó el Grupo Gradas, de intelectuales, en la década de 1980 del siglo pasado.

HABLA POR «PRESOS POLÍTICOS», VÍCTIMAS Y EMPLEADOS PÚBLICOS

McFields Yescas dijo que tomaba la palabra «en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida» en su país desde 2018, cuando estallaron en Nicaragua varias manifestaciones contra unas reformas a la Seguridad Social que se tornaron en un movimiento de protesta contra Ortega.

También «en nombre de los miles de servidores públicos de todos los niveles, civiles y militares, de aquellos que hoy son obligados por el régimen de Nicaragua a fingir a llenar plazas y repetir consignas, porque si no lo hacen pierden su empleo», afirmó.

«Denunciar a la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible», remarcó el periodista, quien tras sus declaraciones ha sido calificado como «traidor» y vendepatria» por los partidarios de Ortega.

«Tengo que hablar, aunque tenga miedo, tengo que hablar, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos, tengo que hablar porque si no lo hago, las piedras mismas van a hablar por mí», subrayó.

Según McFields Yescas, «en el Gobierno nadie escucha y nadie habla» y lo que pasa en Nicaragua, donde «170.000 nicaragüenses han huido del país y otros más siguen huyendo», ha superado sus capacidades.

«Para terminar, quiero decir que aunque pareciera que todo está perdido, todavía hay esperanza. Quiero decirles que la gente de adentro y la de afuera está cansada, cansada de la dictadura y de sus acciones, y cada vez van a ser más lo que digan basta», auguró.

«Porque la luz puede más que las tinieblas, porque el amor es más fuerte que el odio, porque se puede engañar a la gente por un tiempo, pero no permanentemente. Porque Dios a veces tarda, pero nunca, nunca, olvida», concluyó




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