“En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.” Khalil Gibran

La democracia, cuando funciona, es un sistema en el cual diversas opciones o tendencias pueden articularse a través de normas, siguiendo unas reglas de juego. Sin embargo, hemos podido observar desde que Maduro se hizo de la Presidencia, no hay regla del juego democrático que se respete. En cada declaración que emite ya poco le importa ocultar ni justificar nada ante el país; hasta con maldad, burla y prepotencia expresa el sentido totalitario del régimen y sus secuaces. Como sociedad, estamos atravesando una descomunal crisis de valores y un déficit moral que se ha propiciado por más de 20 años y se acrecienta debido a la impunidad, a la intolerancia, al temor, a la carencia de un sistema de justicia imparcial, al exagerado control de todos los poderes del Estado y su inocultable sumisión ante el «incuestionable» mandato del Ejecutivo; a la falta de seguridad social, y en muchas ocasiones, a la violación de las garantías y derechos individuales.

Más que un problema político o de legislación, todo cuanto acontece responde a la falta de valores y principios morales. Así como aparece en toda conversación el álgido y extenuante asunto de la corrupción, de la indetenible inflación, de la angustiante inseguridad, hay un tema con el cual solemos concluir: Si no buscamos la manera de reconstruir la moral y los valores perdidos en nuestra sociedad, no habrá futuro que valga. Esta crisis de valores aflora, se permea, aparece a flor de piel, y queda al descubierto cuando los ciudadanos nos hacemos partícipes de un sistema deteriorado, y optamos por acomodarnos a la situación y hacernos la vista gorda ante los hechos claramente ubicados al margen de las leyes y de la justicia.

Revertir el carácter autoritario y coercitivo que ha ido asumiendo el régimen Estado exige fortalecer los valores de la vida democrática, pero no tan sólo como la expresión de las prácticas políticas, sino en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, considerando que no hay democracia posible sin un respeto profundo por toda forma de vida, sin una preocupación y compromiso cotidiano por las necesidades fundamentales de todos los ciudadanos
Salir de este marasmo dependerá del coraje y la organización de la ciudadanía en concordancia con un liderazgo capaz y responsable.

Hace cierto tiempo el Padre Luís Ugalde anotaba…“Reconstruir a Venezuela es reconocer la noche en que estamos metidos con los terribles efectos del poder desbocado que no se detiene ante ninguna consideración moral. La reconstrucción exige una nueva primavera de la conciencia y de la responsabilidad de todos los ámbitos”

Hay que cambiar la corrupción por la honestidad, el individualismo por la solidaridad, la anomia por el respeto a las normas y, en definitiva, la viveza y sinvergüenzura por la inteligencia y el trabajo para llegar a tener un país respetable.

¿Nuestro país se arregló?…Que disparate el solo mencionarlo. La capacidad de recuperación de nuestro país está ligada a la comprensión y superación de que tanto retroceso y tanta crisis en un país que todo lo tiene, pero estamos ligados más a la conducta y forma de ser de la sociedad que a factores externos. La crisis moral es el gran tema de nuestro tiempo, el enorme reto que hemos de abordar con el fin de legarle a las generaciones futuras un país más justo, libre y solidario.

Así las cosas, el próximo gobierno deberá ser un gobierno de restauración en varios sentidos. De restauración moral, en primer lugar; de restauración institucional, en segundo lugar y de restauración económico y social, por último. Esperemos sea un gobierno progresista y obligatoriamente austero, que propicie un país emprendedor y competitivo y lo lograremos si privilegiamos, fundamentalmente, la educación, y si revalorizamos la cultura del trabajo. Sin mitos, fantasmas ni fantasías.

Lo hemos mencionado en varias ocasiones, quizás pretendemos acuñarlo como un lema, tal vez parodiando a André Gide (Todo está dicho, pero como nadie escucha, hay que repetirlo cada mañana):
Uno de los grandes retos que se nos plantea es lograr que la gente que tenga poder tenga también ética. Que la ética llegue al poder será parte de la salvación de nuestra Nación. Un importante reto para un nuevo gobierno estará precisamente en la capacidad de dar una adecuada respuesta moral.

Manuel Barreto Hernaiz




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