Ni siquiera el Papa Francisco ha merecido un ápice de respeto por parte de los dueños del poder en Venezuela. Y es que los capitostes de la hegemonía no creen en nadie ni en nada, aparte, desde luego, de controlar el mando y de la riqueza que se mal-obtiene a través del referido control. Lo demás, lo que sea, les importa un bledo. Por eso se han burlado del Papa Francisco con el asunto del diálogo. Y el primero que se ha burlado es el señor Maduro con su intempestiva visita papal en el Vaticano.

hay burócratas en los despachos vaticanos que no están tan claros

Y esto no lo digo yo, que del tema conozco lo que se puede conocer en los medios. Esto lo dicen prelados venezolanos del más alto nivel, es decir, que tienen acceso al tema de una manera mucho más completa y verídica. Al Papa le pintaron villas y castillos, y lo que estaban dispuestos a ofrecer era nada de nada. El episcopado venezolano se ha dado perfecta cuenta de ello. Incluso estaban muy claros antes que empezara la comedia. Pero al parecer hay burócratas en los despachos vaticanos que no están tan claros, o que no están nada claros, con respecto a lo que pasa en Venezuela, y con respecto a las insidiosas proclamas de diálogo de Maduro y los suyos.

El Papa es un hombre serio y misericordioso, y en la temática política no es un iluso. La hegemonía roja se ha burlado de él con olímpico desprecio. No creo que puedan volver a burlarse, aunque de seguro que lo intentarán. No obstante, mientras el Secretario de Estado de la Santa Sede, el Cardenal Parolin, ahora luce más diáfano en relación con la patraña oficialista del diálogo, no necesariamente es el caso de importantes funcionarios a su servicio, que insisten en la cuestión como si fuera la panacea de la tragedia venezolana.

Es lógico que el Papa Francisco favorezca el diálogo en medio de los conflictos. Eso no se critica. Pero como dice el refrán: “obras son amores y no buenas razones”. Por eso la buena disposición del Papa se ha estrellado en un muro de aprovechamiento y desprecio, que es el muro del continuismo hegemónico y despótico que tiene cercada a Venezuela.

Esa realidad no será cambiada a través de un supuesto diálogo, sino más bien reforzada. Esperemos que el Papa Francisco ya esté al tanto de esta situación, y sus planteamientos se correspondan con su seriedad, su misericordia y su objetividad al valorar la mega-crisis que destruye a nuestro país.

 

 




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