Sorpresas varias genero el resultado de las elecciones chilenas, ninguna de ellas, diría, favorables para el futuro del país.

No lo fueron ni para el ganador ,el expresidente Sebastián Piñera ( 36,6% de los votos), quien alardeaba y se comportaba como seguro futuro presidente. Las encuestas le daban un 45% de apoyo y Piñera vendió la piel antes de cazar el oso. La arrogancia no es buena compañera; eso está demostrado pero lo arrogantes lo ignoran y eso por soberbios. Ahora Piñera tendrá que competir en segunda vuelta contra el oficialista Alejandro Guillier, y sobre lo que pasará nada esta dicho y menos con lo que pasó.

Guillier, de ”centro izquierda“( cada uno se autocataloga como mas le gusta o como cree que le viste mejor) obtuvo un magro 22,7% de los votos, pero –siempre hay un pero- hay que considerar que de los 8 candidatos habidos seis se “ ubican” en la izquierda – de punta a punta, para elegir-, y si efectivamente se suman sus votos les da para ganar . Se sabe, empero, que en esta materia las matemáticas no son tan seguras; pero son un dato.

De los pocos que están contentos son los de las puntas: Beatriz Sánchez del Frente Amplio ( “radical de izquierda”) que consiguió un contundente 20,3% – las encuestas le daban entre un 8 y un 10 a lo sumo- y José Antonio Kast, pinochetista ( “ultraderecha”) que con un 7,85% fue otra de las sorpresas . Kast ya anuncio que apoyará a Piñera. Pero con eso no basta y ni es seguro que sus votantes le hagan caso.

Lo que paso con estos dos candidatos “de extremos“, es otro dato a tener en cuenta pues habla de una naciente y “ real” polarización en Chile, la que hasta ahora no existía. Allí los partidos tradicionales se auto catalogaban de izquierda y derecha sin ninguna hesitación. Era y es el país en el continente donde nadie y menos un político se “ avergüenza” por ser o porque le digan que es de derecha. Son bien civilizados en ese aspecto.

Pero lo acontecido, mirando a futuro y un poco más allá de ese equilibrio y convivencia, es un cambio y no bueno , de la sociedad chilena. Si efectivamente es así, quien sabe incluso si esos votos “ radicales de izquierda” van a Guillier. Puede primar la dialéctica de que lo peor es lo mejor y que vislumbren que un triunfo de Piñera, con la vieja “ concertación” de socialistas y demócratas cristianos dividida y desconcertada, les facilita el camino para adueñarse de la oposición, como una primera etapa.

Y en este juego de cálculos y especulaciones asume una especial importancia lo que harán los demócratas cristianos, cuya condición de “izquierda y oficialista” es muy dudosa. Carolina Goic , la candidata de la DC, obtuvo un desastroso 5,93%, el que a la hora sumar en esta instancia que viene, significa mucho. Y nadie puede predecir nada sobre si esos votos están mas inclinados a Piñera o a Guiller.

Lo seguro es que gane quien gane el ‘balotage” del próximo 17 de diciembre, habrá de encontrarse, cuado asuma en marzo del ’18, con una Parlamento muy complejo. A Piñera se le hará difícil la tarea de gobernar con un tan fuerte frente opositor e “ izquierdista”, pero tampoco le sería fácil para Guillier ,dadas las “ alianzas” que tendría que “concertar”.

Y uno de los hechos más sorprendente de estas elecciones es que de 14, 3 millones de chilenos habilitados y convocados. fueron a votar escasos 7 millones. Menos de la mitad. Todos los porcentajes manejados sobre lo obtenido por cada candidato, son, meramente, sobre el 46 % del total de chilenos que podía votar.

Esta abstención – el voto es voluntario – explica un poco los errores y hasta horrores de las encuesta. Todos opinan pero después no votan.

Por qué esa apatía, ya es mas difícil de explicar.¿Es porque los chilenos están bien como están y tranquilos de que nada va a cambiar? Es difícil saberlo, como también lo es saber si este sorpresivo e inesperado resultado los motiva o los asusta, según sea.

Entonces sí : si en diciembre van unos diez u once millones a votar – mas del 80% como alguna vez ya ocurrió- toda especulación o pronostico e incluso encuestas, deberán ir acompañadas de la advertencia de que “ cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”.




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