Es una situación alarmante. En Carabobo los transportistas no pueden cubrir los costos de desinfección de las unidades de transporte público, ni dotar con tapabocas a su personal debido a la crisis económica de la que no escapa este sector. Ante el incumplimiento de medidas básicas de bioseguridad, el riesgo es evidente.
“El trabajo de las unidades no da para costear el sueldo de chóferes, colectores y hacer el mantenimiento. Mucho menos para comprar productos de desinfección y tapabocas, que tienen precios muy altos”, advirtió Senon Ruíz, miembro del comité ejecutivo del Sindicato Único del Transporte de Carabobo.
El distanciamiento social simplemente no existe en estas unidades. Por las calles y avenidas principales de la entidad carabobeña se pueden observar autobuses repletos de pasajeros, aunque hay quienes prefieren caminar por temor a la propagación de la covid-19 en medio de las aglomeraciones.
La actual tarifa del pasaje, que en los últimos cinco meses quedó rezagada en 185%, les impide a los trabajadores del transporte cumplir la medida dictada por las autoridades de cargar solo con el mínimo de pasajeros recomendado según la capacidad de cada vehículo, a fin de respetar el distanciamiento.
Para la secretaria de finanzas del sindicato, Marleni Campos, el ajuste de la tarifa del pasaje es un tema complicado. “Nosotros estamos exigiendo 0,20 centavos de dólar. El 23 de enero de este año fue aprobada la tarifa de ocho mil bolívares para las rutas suburbanas y el dólar ya pasa los 200 mil bolívares”.
Hasta la fecha no han recibido una respuesta satisfactoria por parte del régimen de Nicolás Maduro respecto al incremento del pasaje. Campos asegura que si el Ejecutivo no toma pronto los paliativos pertinentes respecto a esta situación, el transporte público podría desaparecer.
“No vivimos del combustible”
La vocera del gremio regional de transportistas detalló que se está cumpliendo a cabalidad el subsidio del combustible para las unidades del transporte público en Carabobo. Solo tienen a disposición la estación de servicio del Big Low Center, pero como trabaja las 24 horas, han logrado abastecerse sin inconvenientes.
Sin embargo, señaló que la medida de subsidio de la gasolina y el diésel para el sector transporte por sí sola es insuficiente, ya que “nosotros no vivimos del combustible. También comemos, necesitamos ropa, medicamentos, los hijos nuestros estudian. Eso nos afecta demasiado”.
Alcy Fernández, miembro del sindicato, compartió la misma posición de Campos respecto al subsidio: “Nos dan la gasolina gratis, pero por el bajo costo del pasaje nuestras unidades no producen el dinero suficiente para reponer otros insumos como cauchos, aceite y el resto de los repuestos que requieren estos vehículos que a diario hacen grandes recorridos”.
Sobre el anuncio hecho por Maduro el 30 de mayo, en el que el gobernante dijo que durante los primeros 90 días el transporte público tendría acceso al combustible con subsidio del 100%, Fernández se mostró con incertidumbre ya que, según sus palabras, todavía no se sabe qué ocurrirá luego que termine ese período de tres meses.
Rutas urbanas invadidas
Por su parte Ruíz mencionó otro problema al que los transportistas se han tenido que enfrentar recientemente a consecuencia del cierre de los terminales terrestres y la prohibición de circulación entre estados y en recorridos de más de 70 kilómetros. Los conductores de rutas suburbanas hacia Puerto Cabello, Bejuma, Montalbán, Miranda, Aragua y Cojedes comenzaron a trabajar en las rutas urbanas.
La invasión de unidades de otras rutas complica todavía más la situación de quienes tradicionalmente hacen los recorridos urbanos, a pesar de que desde hace aproximadamente dos semanas ya están permitidos los viajes de más de 70 kilómetros.
“Se observan muchas unidades de las rutas interurbanas prestando nuestro servicio y prácticamente invadiendo la ruta del sector urbano”, denunció. “Le hacemos un llamado a los compañeros de las rutas interurbanas para que cumplan con sus rutas”.
