Biodiversidad marina entre las raíces de un manglar. Imagen cedida por Octavio Aburto/EFE

Una de cada cuatro especies de peces de agua dulce está en peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que, por primera vez, ha hecho una evaluación global de estos peces en la elaboración de su Lista Roja de especies amenazadas.

En el marco de la cumbre del clima de Dubái, COP28, la UICN ha publicado la actualización del listado en el que se incluyen 157.190 especies, de las que 44.016 (28 %), unas 2.000 más que en la anterior revisión, están en peligro de extinción.

La actualización evidencia los fuertes vínculos entre las crisis climáticas y de biodiversidad, que deberían ser abordadas de manera conjunta, según la directora general de la UICN, Grethel Aguilar, que ha advertido de que la disminución de especies es un ejemplo de los estragos del calentamiento global.

¿Qué amenaza a los peces?

La primera evaluación integral de las especies de peces de agua dulce del mundo revela que 3.086 de las 14.898 especies analizada (25 %) están en riesgo de extinción y, al menos, el 17 %, se ve afectadas por el cambio climático por la disminución de caudales, a mayor presencia de agua marina en ríos o los cambios en las estaciones que provoca.

A esto se suman las amenazas de la contaminación, que afecta al 57 % de las especies de peces de agua dulce en riesgo de extinción; presas y extracción de agua (afectan al 45%), sobrepesca (25%) y especies y enfermedades invasoras (33%).

Los peces de agua dulce representa más de la mitad de las especies de peces conocidas en el mundo, «una diversidad incomprensible dado que los ecosistemas de agua dulce concentran sólo el 1 % del hábitat acuático, y son vitales para la resiliencia de los ecosistemas, según Kathy Hughes, copresidenta de la UICE experta en la materia.

Por tanto, garantizar que los ecosistemas de agua dulce estén bien gestionados y sigan fluyendo libremente con suficiente agua y de buena calidad «es esencial para detener la disminución de especies y mantener seguridad alimentaria, medios de vida y economías».

Salmones y tortugas verdes

Entre la especies analizadas, destaca el salmón atlántico, que pasa de preocupación menor a casi amenazado. Su población bajó un 23 % entre 2006 y 2020 y su presencia se restringe a una pequeña porción de los ríos que habitó hace un siglo en el norte de Europa y América del Norte por múltiples amenazas durante sus migraciones entre mar y ríos.

El cambio climático afecta a todas las etapas de su ciclo de vida, influyendo en el desarrollo de los salmones jóvenes, reduciendo la disponibilidad de presas y permitiendo que las exóticas invasoras amplíen su área de distribución.

Las presas y otras barreras bloquean el acceso a las zonas de desove y alimentación y la contaminación y sedimentación del agua, principalmente debidas a la tala y la agricultura, provocan una mayor mortalidad de los salmones jóvenes. Además, los escapes de piscifactorías amenazan a muchas poblaciones silvestres.

Por su elevado riesgo de extinción, destacan las tortugas verdes de Pacífico Sur Central y Pacífico Oriental (Chelonia mydas), para las que el cambio climático es una amenaza, pues las altas temperaturas resultan en un menor éxito de eclosión, el aumento del nivel del mar amenaza con inundar los nidos y ahogar a las crías, y peligran los pastos marinos.

Casos de éxito

El informe recoge también «éxitos en conservación», como el del orix de cuernos de cimitarra (Oryx dammah), que ha pasado de «extinto en estado salvaje» a «en peligro de extinción» gracias los esfuerzos para su reintroducción en Chad.

También ha mejorado el estado del antílope saiga (saiga tatarica), que vive en Kazajstán (98 % de toda la población), Mongolia, Rusia y Uzbekistán, y pasa de estar «en peligro crítico» a «casi amenazado».

La caoba, en peligro

Según la misma fuente, la caoba de hoja grande (swietenia macrophylla), uno de los árboles maderables más buscados del mundo, ha pasado de situación «vulnerable» a «en peligro» por el creciente interés comercial.

Nuevas investigaciones, según la UICN, relevan que su presencia en América Central y del Sur se ha reducido un 60 % en los últimos 180 años por una cosecha insostenible de su valiosa madera y la invasión agrícola y urbana de los bosques tropicales en los que crece.

La caoba sigue siendo buscada en Estados Unidos, Europa Occidental y China para fabricar muebles, contrachapados, elementos decorativos y ornamentales e instrumentos musicales de alta calidad.

A pesar de estar protegido por legislación nacional e internacional y los esfuerzos de todos los estados del área de distribución, la tala y el comercio ilegales siguen existiendo por la alta demanda.

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