La escasez de uniformes esta temporada se agudizó. (Foto: Archivo)

Dayrí Blanco | @DayriBlanco07

Carolina Daza no sabe cuánto ha gastado ni lo que aún le falta invertir. Esta vez se adelantó y compró los zapatos negros y las camisas blancas para el primer grado de su hijo. Hace dos semanas preguntó precios de los pantalones: “25 mil 800 bolívares”, le dijo tras la vitrina medio vacía una vendedora en el centro de Valencia. Con la quincena esperaba comprar un par. Pero no pudo. La inflación pudo más que ella. “48 mil bolívares”, le respondió la misma trabajadora que le sugirió que comprara al menos uno porque se estaban agotando. Así se ha mostrado el inicio de la temporada escolar en Carabobo, con poco inventario y precios descontrolados.

Siguió caminando. Prefirió recorrer unas tiendas más antes de tomar una decisión. Pero en cada lugar al que entraba recibía la misma noticia: Hasta dos veces a la semana se ajustan los precios mientras se espera que algún proveedor llegue con mercancía nueva.

El desabastecimiento de productos escolares es esta vez más acentuado. Entre 20% y 30% se ha detectado la caída de los inventarios de insumos para la manufactura de estos artículos, y en la red de comercialización la cifra se replica. Y los precios de lo poco que se consigue tienen un incremento de hasta 700% respecto a la temporada anterior.

La variedad no existe. No hay camisas azules ni beige, tampoco las tradicionales medias ni monos deportivos, y las tallas de pantalones y faldas son limitadas. De 15 proveedores que llegaban para esta fecha al negocio que administra Eridania Torres, este año solo han ido a ofrecerle mercancía cuatro, y ya ninguno trabaja con el sistema de crédito.

“Muchas textileras han cerrado sus puertas”, le explicó un vendedor a Daza, quien siguió su camino buscando la manera de poder comprarle los pantalones a su hijo de seis años. Junto a ella estaba Maritza Orellano preguntando por precios y tallas de faldas. la misma que le compró a su hija en 2015 en 18 mil bolívares, cuesta 45 mil, lo que es igual a 150% de aumento.

Sin variedad de modelos y tallas en las exhibiciones. (Foto: Archivo)

La decisión de los Campos Ortiz fue solo renovar los zapatos escolares este año. “Los uniformes aún les quedan y están en buenas condiciones”. Pero tampoco han tenido suerte. Recorrieron casi todas las calles del centro de Valencia y salieron con las manos vacías. “No hay las tallas que buscamos de los zapatos negros, y deportivos no hay nada en las exhibiciones”.

Esta temporada escolar estará marcada por la crisis, mucho más que el año anterior. La falta de divisas es tan grave para el sector que en Carabobo solo se produce el 20% de los calzados para los uniformes necesario para abastecer el mercado. La escasez marca la tendencia en las zapaterías y los precios aumentan cada 21 días en 75%.

No hay hilos, forros, productos químicos, pegamento, pieles, sintéticos ni repuestos para las maquinarias. Para hacer un zapato se necesitan 25 componentes, si falta uno el producto no se termina, explicó un dirigente de Fetracalzado. De 10 fábricas que estaban instaladas en la región solo sobreviven tres pequeñas, una de ellas está al borde de la quiebra por falta de hilos. Esto significa que el 70% de las compañías que manufacturan calzados en Carabobo están cerradas.

Solo por contrabando se pueden adquirir parte de los insumos. Pero los precios impactan fuertemente las estructuras de costos y pocas compañías lo pueden soportar. El pie de piel aumentó 300% en un año y el metro de sintético subió 150%. Las consecuencias se sienten en los comercios.  Los anaqueles están vacíos, a las zapaterías llega 95% menos mercancía que en años anteriores. De tres mil pares que le surtían al negocio que administra Aleida Ochoa para la temporada escolar, esta vez solo le llegaron 150 hace un mes y el inventario ya se agotó.

A eso se le suma que el mecanismo con los proveedores cambió. Ya no se hacen los pedidos sino que se limitan a enviar lo poco que tengan disponible, salvo algunas fábricas que administran la escasa materia prima elaborando la cantidad exacta que le piden los clientes con severas limitaciones de tallas y variedad.

 




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