Belquis Páez salió este 31 de diciembre a hacer las últimas compras del 2020 en el Mercado Municipal de Naguanagua. Entre los pasillos, vio relucir varios racimos de apetecibles uvas que tornaron su ánimo melancólico: con su salario de empleado público le es imposible continuar con las tradiciones de fin de año, aunque le hubiese gustado.
No es la primera vez que Belquis prescinde de las “uvas del tiempo”, de la ropa interior amarilla o del champán. Desde 2017 viene destinando sus ingresos únicamente a las prioridades. “Ahora todo es para la comida, el sueldo no alcanza para más nada”.
Para poder comprar un kilo de uvas, se requieren al menos 10 dólares, o 10 millones de bolívares, según la tasa de cambio paralelo actual. “Las ventas han estado bajas, sobre todo por los precios. A veces vendemos de 100 en 100 gramos”, explicó Humberto Barreto.
Entre todos los rituales, para Belquis el más importante es el del brindis de medianoche, pero el vino champanizado cuesta entre 7 y 10 dólares; una de sevillana entre 6 y 8 dólares: lujos que Páez no puede permitirse, por eso intentará realizar una bebida artesanal para festejar con su familia la llegada del 2021, comentó.
Sin embargo, son pocos valencianos los que intentan mantener el espíritu de celebración de Belquis.
Mariana Salazar, comerciante del mercado, lo ha notado durante todo el mes. “No parece diciembre. La gente ha estado muy apagada, no se les ve la emoción de los otros años”.
Lucía Marmanillo concuerda con Mariana. En su negocio las ventas han disminuido el 80%, en comparación con el año pasado; y son contadas las personas que todavía le preguntan por ropa interior amarilla. “La gente desea comprar sus cositas amarillas para atraer la prosperidad el año que viene, pero no les alcanza”, lamentó.