Los vecinos de la calle Martin Tovar vieron a un hombre conocido pelear con otro sujeto y lo que siguió fue un enfrentamiento en el que Julio Cesar Ochoa acabó muerto.
Fueron varias puñaladas las que el presunto asesino le propinó para deshacerse de él. A Ochoa lo conocían como «La Mosca» y vivía a menos de cincuenta metros del lugar en donde fue asesinado. Residía en un mercado de ropa que dos semanas atrás había sido desalojado, pero el continuaba en el sitio.
Una extrabajadora del mercado aseguró que quien mató al hombre fue un presunto vendedor de drogas que recorría las calles y que al parecer tuvo un altercado con Ochoa.
Hoy en la edificación quedan hierros regados por los suelos, unas esculturas de perros dalmatas desgastadas y unas sandalias de bebé que penden de un cordel. Diagonal al negocio está la confitería en donde ocurrió todo.
En esa zona del centro de Valencia los trabajadores conocían a «La Mosca» y afirmaron que tenía muchos años en el sitio. Una frutera lo describió como pequeño y delgado. Para el momento de su muerte tenía 56 años.