Luego de transcurrido un tiempo prudencial entre la incertidumbre de asistir a votar o no en las elecciones para la escogencia de alcaldes, la conclusión es que lo más recomendable para los que nos identificamos con la línea opositora, es acudir a los centros votación este 10 de diciembre. Las razones para hacerlo son tantas y favorables, como abstenerse añadiría más lamentaciones al rosario de calamidades que viven los venezolanos.

Las dudas se disipan en función de lo que fue una estrategia política de origen nacional, cuando los testimonios que se esgrimieron para no votar, fue dedicar todo ese tiempo en la organización y proselitismos para las elecciones presidenciales. Finalmente todo quedó en simples palabras, por tanto, no tiene sentido tal indiferencia.

Hay que ir a votar, definitivamente. Y hacerlo por esencial sensatez por aquel candidato con mayores posibilidades de triunfo. Es obligante esta actitud por la alta abstención que se estima entre 70 % y 75 %. De manera, que con una inhibición tan elevada la lógica nos indica que esa disputa electiva se decidirá por pocos votos. Por eso mismo hace muchísimo daño la multiplicidad de candidatos que con muy pocas posibilidades de triunfo, tienen fuerza para causar un grave daño, haciendo posible la victoria del candidato del régimen madurista, en este caso muy específico.

Esta es una gran desventaja, me refiero a la proliferación de múltiples candidatos, que pesa mucho sobre los hombros de la oposición, en este punto hay que insistir. Al contrario sucede con los candidatos del oficialismo que participarán en la mayoría de los 335 municipios con un candidato único.

En el municipio Valencia, por ejemplo, se presenta una situación que  permite poner en riesgo las posibilidades de reelección de Miguel Cocchiola. Es el caso de la interferencia de la candidatura del diputado Carlos Lozano cuyas factibilidades de triunfo son realmente minúsculas, sin entrar a calificar sus méritos para ejercer esa exigente posición. Aquí se repetiría la lamentable historia de 2008 cuando el partido Proyecto Venezuela puso de por medio a la dirigente Dayana Villavicencio. Los votos que obtuvo la entonces diputada fueron suficientes para que Edgardo Parra, candidato del PSUV, saliera electo alcalde. Por cierto, hoy paga condena por los escandalosos hechos de corrupción administrativos durante su gestión.

Por todas estas razones, la abstención se traduce en un voto indirecto a favor del candidato del gobierno de Nicolás Maduro: responsable de la ruindad del país, de las carencias de medicinas y como consecuencia de las muertes de niños y adultos. De la hiperinflación que impide la adquisición de alimentos causante de múltiples penurias, cuestión muy propias de los gobiernos de ideologías comunistas.

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@RGarciaMarvez

 




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