La pesadilla no terminó con el 2020. Este primero de enero los carabobeños amanecieron en las de gasolina ante la urgente necesidad del escaso recurso.
Zenaida Gamboa siente indignación desde la E/S a precio internacional Naguanagua (avenida Bolívar vieja). Le molesta empezar 2021 con la sacrificando los momentos familiares por la necesidad que llenar su tanque. “No es justo que un primero de enero tengamos que hacer una cola para surtir. Uno debería estar compartiendo con la familia, en casa, aislados también por la situación del COVID-19”.
Doris Lama no cuenta con recursos para comprar combustible en dólares, y ya cumplió cuatro días tratando de salir privilegiada en el sorteo de la Bomba Santa Ana, la única estación subsidiada de su municipio. Todavía no entiende cómo en un país petrolero escasea la gasolina. “En los años 60 éramos el sueño latinoamericano. Ahora somos la peste”.