(Foto Archivo)
EFE
Monumentales pinturas e instalaciones del neoexpresionista alemán Anselm Kiefer se exponen desde en la Royal Academy of Arts de Londres en la primera retrospectiva del artista en el Reino Unido, que revela su obsesión con la historia y la relación entre lo divino y lo terrenal.
La galería acoge, desde el próximo sábado y hasta el 14 de diciembre, una amplísima exposición que abarca, cronológicamente, cuatro décadas de trayectoria del artista germano (Donaueschingen, 1945), uno de los más relevantes de su generación.
Fotografías, acuarelas, instalaciones, algunas de enorme tamaño, con yuxtaposición de materiales como la madera, el ladrillo o el carbón, plasman la fascinación de Kiefer por «la tensión entre lo humano y lo divino, lo bueno y lo malo, Dios y el hombre», según explicó hoy la comisaria Kathleen Soriano en la presentación.
El visitante comienza contemplando obras de sus primeros años, a finales de la década de los sesenta y durante los setenta, cuando muchos confundieron la percepción crítica del artista hacia Hitler y el Nazismo con cierta simpatía por el régimen.
Entonces, «mientras que muchos artistas se fijaban en el Pop Art, Nueva York, el Expresionismo abstracto, Kiefer continuaba trabajando dentro del marco de la tradición figurativa», apuntó Soriano.
Fue en el colegio, tras escuchar las grabaciones de los discursos de Hitler o de Goebbles, cuando el germano «experimentó su primer shock».
«Ha hablado de cómo los shock le inspiraban y le proporcionaban material para sus pinturas, dándole la energía para continuar, y el sonido de esas voces le impactaron», indicó la experta para explicar la temática del III Reich y los motivos militares en la obra de Kiefer, como las controvertidas series «Ocupaciones y Símbolos Heroicos) (Heroishche Sinnbilder) de finales de los sesenta.
Según Soriano, «es un enfoque corto de miras el de las personas que sostienen que la obra de Anselm Kiefer se centra en Alemania y en el III Reich, pues va sobre las tensiones entre lo bueno y lo malo, continuar adelante o hacia atrás, paraíso y tierra».
También caben las obras realizadas desde su estudio, las «series del Ático», un lugar desde donde Kiefer recreó eventos mitológicos, religiosos e históricos.
«Todo en su obra está cargado de contenido pues está fascinado por la filosofía, la poesía, por otros artistas, por la alquimia, con lo que nada (en su obra) es sencillo», comentó la comisaria.
Su interés por los bosques, el paisaje y las referencias bíblicas u otras al renacimiento o la regeneración también quedan patentes.
A lo largo de la retrospectiva, sus trabajos dejan entrever la relación que establece entre lo celestial y lo terrenal, lo humano y lo divino, Dios y el hombre, como en la obra «The Orders Of The Night», en la que el autor se sumerge entre los girasoles.
Otras salas de la RAA exponen algunas de sus obsesiones, como su fascinación por Mesopotamia, al tiempo que queda de manifiesto cómo le inspiraron los viejos edificios que encontró durante sus viajes a Suramérica o Centroamérica, Egipto, Israel, China e India.
Hay además obras dedicadas al poeta austríaco Ingeborg Bachmann y se dedica un espacio a la figura de la vitrina.
En otra sala, la instalación «Ages Of The World», creada este año especialmente para la Royal Academy, recrea algo así como una pira funeraria al tiempo que alude a la historia de la evolución del planeta.
Durante esta cronología de la obra de Kiefer, el autor juega con materiales como la arena, la ceniza, la sal, los ladrillos, todos ellos cargados de significado.
La constante presencia de los libros en la vida y trayectoria del germano centra otra de las salas de la RAA, en las que se exponen enormes libros de ilustraciones hechas de acuarelas impregnadas de erotismo, en las que con frecuencia aparecen Aurora, la diosa romana que personifica el amanecer, y Eros, su equivalente griego.
