Jonathan Aldana, Eduardo Garmendia y Juan Pablo Olalquiaga. (Foto Eduardo Valencia)

Dayrí Blanco

La desindustrialización es la característica principal de la economía venezolana. El aparato productivo del país ha caído en dos terceras partes al pasar de 15 mil empresas a un poco más de cinco mil desde 1998. La dependencia de las importaciones de bienes que antes eran de manufactura local ha crecido dramáticamente, pero los dólares de la renta petrolera no son suficientes para mantener esa política, y ya no se cuenta con los ingresos de las exportaciones no tradicionales que fueron desplazadas con la caída de la producción nacional.

El panorama lo dejó claro Juan Pablo Olalquiaga, vicepresidente de Conindutria, quien junto con el presidente de la organización, Eduardo Garmendia, presentó en Carabobo el proyecto Venezuela Industrial 2025, con el que se pretende desarrollar el sector a través de un proceso de reindustrialización que permita recuperar las posibilidades de exportación y de suministro al mercado nacional. “Esto permitiría resolver el tema de abastecimiento y eliminar las colas”, dijo Garmendia.

El decrecimiento ha sido la norma para la industria venezolana, pero los ingresos que se obtenían de la comercialización internacional del crudo eran suficientes. Eso cambió. “No podemos seguir viviendo del petróleo en el futuro como lo hemos hecho en el pasado”, señaló tajantemente Olalquiaga. En 1997, con precios bajos del barril las exportaciones no tradicionales llegaron a cubrir el 50% de los requerimientos de divisas para importación, que era de 16 mil millones de dólares. Hoy las necesidades son de entre 40 mil millones y 50 mil millones de dólares, y las exportaciones no petroleras abonan apenas dos o tres mil millones. Esto se traduce en una caída de 75%. “Hemos retrocedido enormemente en el sentido de producir bienes distintos al petróleo”.

Este año la industria nacional no ha recibido divisas para la compra de la materia prima requerida. Los sectores más golpeados han sido el automotor, químico, metalmecánico, alimentos, papel y envases (plásticos y vidrios). “Si seguimos por el camino en que andamos ni la pequeña ni la gran empresa tienen futuro”. Pero si el plan presentado se transforma en políticas públicas aplicables Venezuela pasaría a tener hasta unas 25 mil empresas, lo que significaría más puestos de trabajo y más productos para el consumo interno y externo.

La propuesta de Conindustria fue presentada a la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales y Artesanos de Carabobo (Capemiac) por ser un subsector con amplias posibilidades y al que acude en primera instancia toda gran empresa, según detalló Garmendia.

El segundo vicepresidente de Capemiac, Jonathan Aldana, dijo que asumirán el proyecto como bandera de los más de 600 afiliados que atraviesan por una crisis histórica al trabajar a 45% de su capacidad. “A veces llega algo de mercancía, hay una pequeña reactivación y a los dos meses los inventarios vuelven a bajar. Algunas empresas están en situación más dramática que otra”.




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