Sara Pacheco

Con mucha atención, escuchaba un grupo de niños cuentos de la selva. En la voz del cuentacuentos, Chi-mi-li-dijo, perteneciente a la dirección de cultura de la Universidad de Carabobo, los pequeños junto a sus padres, no solo vivieron una tarde diferente, sino que aprendieron un poco más sobre la fauna y la flora de nuestro país.

Es precisamente, lo que el cuentacuentos busca: ampliar los conocimientos nacionales. El primer cuento de selva que conocen los niños en la escuela es Caperucita y el Lobo. Por eso hicimos los nuestros, como el de Ballena Feliz, que va conociendo varios espacios de Venezuela, porque los chicos no los conocen, expresó luego del aplaudido acto.

Técnicas de pedagogía se unieron con leyendas aborígenes en los espacios del Centro Comercial Onmicentro, con el apoyo de dibujos realizado por él, y otros donados por la Universidad Católica Andrés Bello, hipnotizó tanto a jóvenes como a sus padres.

La próxima invitación es para un taller de títeres que se realizará en el mismo lugar, a partir del martes. Chi-mi-li-dijo está aquí para apoyar al diario El Carabobeño a seguir utilizando los espacios de literatura infantil, puntualizó.




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