…En la oposición abundan los dirigentes pero carece de líderes. Esta situación debería llamar la atención a esta heterogeneidad llamada oposición, la cual tiene como principal desafío plantearse seriamente un refrescamiento de sus caras más visibles, una apertura auténtica hacia la sociedad civil y el chavismo disidente y, por encima de todo, el establecimiento de un Frente Nacional que trascienda a los partidos con el fin rescatar, no sólo la democracia sino lo que queda país…” Iñaki Sagarzazu
Juan Manuel Trak

Como decía André Gide: Todas las cosas ya fueron dichas, pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo. A pesar de lo que se comenta en el cotarro político, donde señalan que carecemos tanto nacional como regionalmente de liderazgo, surgen críticas responsables más a la MUD en su conjunto que a los partidos por sí solos. Así es cuanto se destaca en esos ámbitos alternos que más temprano que tarde, deberán renovar la función de organización, mediación y apoyo.
En esa profusión de la política virtual vía Twitter, WhassApp o Facebook escuchamos o leemos argumentos iracundos que meten en un solo saco al multicolorido – o desteñido abanico- de los partidos que integran el bloque opositor: “La culpa es de esos políticos que son blandengues, ambiciosos y solo esperan elecciones para enchufarse… Todo lo que habría que hacer es cambiarlos por unos políticos aguerridos, frontales, honestos y arrechos…»
Pero si le aplicamos un poquito de lógica, como eso tampoco les parece posible porque – tal como dicen- «todos los políticos son iguales», entonces el problema no tiene solución. Si tratamos de ver las dos caras de la moneda veremos que los partidos son organizaciones políticas que representan a la sociedad.

Si se agotó el modelo opositor, entonces hay que encontrar uno nuevo. ¿De dónde?… Pues de la misma ciudadanía…

Si bien sociedad civil y sociedad política quieren decir etimológicamente la misma cosa, el propósito de la sociedad civil no reside en conquistar el poder, sino influir en la actuación de los actores políticos, con la lógica pretensión de buscar un espacio para las asociaciones de ciudadanos en el cual apoye contundentemente el esfuerzo que sin duda, vienen realizando muchos de nuestros comprometidos políticos.

En estos tiempos resulta imprescindible que el estamento político logre cohesionar un discurso, un relato, o una narrativa que llegue a los ciudadanos y éstos lo hagan suyo, de otra manera no hay posibilidad de que las protestas aisladas (en nuestro caso, en el norte de la ciudad) logren su objetivo…

Se carece de una narrativa articulada, parece que las ideas –cuando aparecen- no importan, pues se desvanecen o cambian continuamente devaluándose. Estamos, pues, ante una versión de la “economía de pensamiento” – como lo explicaba Walter Lippmann- esto es: se repiten tópicos y estereotipos, se proyectan clichés y se corean consignas de marketing… “Y va a caer…Maduro renuncia…»

Así pues, se trata, de un tipo de construcción mental en que la sentencia precede al juicio; y la solución a la demostración.

Tampoco es que se hacen planteamientos de gran visión de Estado, sino lo que parece es que se estuviera ante una disputa por un asiento de concejal en Morón, en un clima de extraviada democracia y no ante la crisis más grave de los últimos 100 años.

Consideramos que el factor de convencimiento sería la presencia de líderes a diferentes niveles, que tuvieran unidad de propósito y con una narrativa que llegue y sobre todo, que emocione y suficiente guáramo que inspirara e hiciera vibrar y creer al incrédulo ciudadano en la posibilidad real de alcanzar un mejor futuro. Falta que nuestro liderazgo hable como si estuviese a punto de ser Gobierno o con verdaderas ganas de serlo. Es decir, como quien se siente respaldado por el 85% de los ciudadanos y que este régimen nos superó porque hizo trampas y su carácter totalitario hace harto difícil que se alcance el objetivo.
Así las cosas, se requiere una vanguardia para que el común de la gente se movilice, pues llevamos demasiado tiempo sin referentes políticos de alto nivel, en momentos donde se urge de personas con comprometido sentido de Estado y altura política. Sin embargo, transitamos tiempos de “enterteiment” como puesta en escena de la política, pues se privilegia el espectáculo por encima de las ideas y propuestas y el carisma parece prevalecer a la capacidad de liderar.
El momentum político señala que estos son tiempos propicios para encontrar la debida transformación de desesperanza en indignación ciudadana. Esperar que la híper inflación o que un evento imprevisto actúen de catalítico disparador es una opción, pero hay el peligro cierto de que el tiempo pueda jugar a favor del régimen y éste termine de atornillarse en el poder.
Ante a una indignación que no se canaliza, que no es suficiente, y ante el susurro del aquiescente, tenemos una oposición aún desconectada de la sociedad y más conectada en una especie de circuito cerrado donde parece escucharse a sí misma.
Son los precisos momentos de demostrar liderazgo y al mismo tiempo no ser indiferentes frente a los acontecimientos que día tras día nos postergan el porvenir y debilitan esta ineludible lucha por recuperar nuestro país.
Pero también, son los momentos que nos obligan a reiterar, a repetir lo que hemos dicho hasta la saciedad, tal vez como un retornelo cansón: sin coherencia – aunque a algunos les incomode que lo recordemos – sin compromiso, sin organización, sin un movimiento, frente, bloque, capaz de amalgamar, aglutinar y coordinar la indignación, el malestar, el rechazo, o la arrechera en una serie de acciones pacíficas pero contundentes – y eso es posible – acá el régimen seguirá “ganando elecciones», apresando ciudadanos, sacrificando a nuestros muchachos y todos continuaremos hundiéndonos en este pozo sin fondo.




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