“La coacción es malvada precisamente porque… elimina al individuo como una persona pensante, valiosa, y lo convierte en una mera herramienta para el logro de los fines del otro”.

Friedrich Hayek.

En materia económica este país de tiza ha vivido todos los horrores, desaguisados y extravíos inimaginables, desde una destrucción del 75% del PIB, pasando por una atroz hiperinflación hasta el terrible signo de ser la diáspora más grande, desordenada y dolorosa del planeta, una huida bíblica que ha hecho fosa común en el Mar Caribe y en el tapón del Darién, dejando como testimonio en esta ultima ruta los despojos de un como monetario, inútil con una esfinge de un Bolívar picapedrero y con catorce ceros expoliados de su valor, esa es la madeja retorcida de Ariadna, no conduce a la libertad y al escape del engendro de Pasifae, nos entrega a la muerte en soledad y horror, vaya signo cruel para el uso de nuestros enjutos billetes.

Pero en este país, sucursal perfecta de la torre de Babel, cualquier voz se atreve a dar pronósticos, anunciando fin de la inflación, deflación histórica y una jaculatoria enorme de antinomias, que bien pueden sostenerse por ignorancia o por intereses crematísticos, los datos de la inflación de febrero tanto para el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), como para el Banco Central de Venezuela (BCV), dan cuenta de una contracción importante de los índices de inflación mensual, según el OVF: la inflación intermensual de febrero es de -0.5%, para un total anualizado de 88.15% y un acumulado de 3.7%.

Por su parte el BCV, como ya es costumbre de manera extemporánea presenta una inflación para febrero de 1,2% para en 76,5% de inflación anual y de 2,92% acumulada, se observan las cercanías en los datos acumulados, pero siempre he mantenido que es un ejercicio bizantino el intentar advertir cual fuente es la más ajustada, las dos dan cuanta de un problema latente, aún la tasa de inflación es muy alta y se ha logrado controlar a expensas de la contracción brutal del consumo y la desaparición del salario en el sector público y la incapacidad de ajustarse en el sector privado, mejor pagador pero afectado por una ostensible caída de la demanda.

La deflación es mal halagüeña:

Obviamente, para un país con un récord oficial de hiperinflación en 2018 de 130.000% y datos extraoficiales superiores al 1.650.000%, tener datos de inflación negativa según OVF y de 1,2% por parte del BCV, hace anunciar que en años no habíamos tenido deflación.

Pero es que es este un país de extremos en todo. La deflación o caída brusca de precios es un fenómeno monetario también preocupante, una indeseabilidad para el objetivo de estabilidad en precios, tras la deflación se morigera la contracción de la demanda, crisis del consumo, es decir que las personas no tengan poder adquisitivo, para hacerse de bienes y servicios y por ende deban disminuir las cantidades demandadas

Al caer la demanda la oferta también se contrae y las empresas y comercios entran en una fase de contracción, que puede tornarse recesiva, es la elemental ley de Say, toda demanda crea su oferta, sí la demanda se miniaturiza la oferta hace lo propio, en nuestro caso esta situación de destrucción del poder de compra del salario, sostiene la estabilidad de los precios y la calma cambiaria, sustentada en las cada vez menores adjudicaciones desde el BCV que en estos dos meses del año se acercan a 748 millones de dólares, sosteniendo una brecha entre el tipo de cambio paralelo y el oficial de 5.51%, con la evidente expectativa de aumento del tipo de cambio como objetivo operativo y generador de liquidez terciaria, entonces no hay nada alentador en estas cifras históricamente bajas de inflación, esconden depauperación, miseria y pobreza del ingreso, sobre todo en el sector público y ya impacta al sector privado.

Optimismos de irracionales, economía no es autoayuda:

Sin datos es imposible estimar, no corren las series ni los modelos econométricos, por muy exactos que sean, en nuestro país no hay datos del PIB desde el I trimestre de 2019, menos de endeudamiento público, de balanza de pagos, en suma todo se sobreentiende, aún escandalizan unas cifras corridas por el régimen en 2022, que hablaban de 17% de crecimiento, sin contar con la contraparte absoluta, siendo así son meras especulaciones, colegas han manifestado que se sostenerse las licencias ingresarían 12 mil millones de dólares ¿De dónde salen estas cifras?, en que aspectos se sustenta una recuperación económica que es imposible, hay que dejar el optimismo a martillazos, la economía no es autoayuda, no es una ciencia que nos dice lo que queremos escuchar, es una ciencia no exacta, que usa de la física su método científico.

Así que mientras el equilibrio en precios y en tipo de cambio repose sobre la destrucción del salario y el poder de compra, no existe equilibrio, la economía no es programación neurolingüística, no basta con repetir estamos bien, estamos bien y este año será mejor para lograrlo, la PNL, muy cuestionada por cierto, no funciona en los predios económicos.

La regresión institucional, el ciclo singular de elecciones basado en aumento de represión, en lugar de impulso al gasto, presentan un resultado nada alentador y dar estimaciones acerca del cierre del 2024, es cuando menos irresponsable, en el mejor de los casos se podría dar una aproximación de un crecimiento en un escenario sin sanciones de 5% y con sanciones de 1%

Hasta allí llegan mis estimaciones, pues soy economista no augur o sacerdote de Apolo, quienes dan cifras sobre el país en 2024 acudirán mensualmente a Grecia a Delfos y olfatearán los gases que manan del cráter de las ruinas del templo de Apolo, para dar cifras, en mi caso lo considero irresponsable.

Finalmente, el optimismo es fatal ignorancia, reducción de supuestos y creencia vacua ante una realidad absolutamente clara de un año muy complejo, en medio de la destrucción del ingreso y de la demanda. Insisto: economía no es autoayuda, no entra en la obra de Coelho, ni en otra literatura para el ocio cognitivo.

Este es un año difícil marcado por la regresión institucional, el miedo, la represión y la pobreza. Hablar de bienestar es una bofetada a la razón ¿Cuál bienestar?, sin salud, sin educación, sin servicios públicos elementales. Venezuela es una antinomia para el bienestar y quien contradiga este hecho factico, sencillamente manipula cifras, miente o es un ignorante de la metodología del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).




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