El 22 de Marzo de 2010 nace en las riberas del Rio Cabriales el Movimiento por la Calidad del Agua. Fue una hermosa iniciativa en la que un grupo de ciudadanos sensibilizados por las condiciones en las cuales se recibía el vital líquido en los hogares carabobeños nos unimos para exigir de los organismos competentes el cumplimiento de su responsabilidad de suministrar agua apta para consumo humano a los habitantes de nuestro estado y la región central del país.

A pesar de todos los esfuerzos hechos durante una década en señalar la terrible realidad que vivimos en este tema esencial y aportar propuestas de solución a los entes responsables los obtenidos en el mejoramiento de este servicio fundamental por parte del Estado Venezolano han sido prácticamente nulos.

Hemos sostenido en múltiples instancias que estamos en presencia de una reiterada y sistemática violación de derechos humanos fundamentales. El derecho a la vida, a la salud, y especialmente lo contemplado en la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas, aprobada el 28 de julio de 2010, que reconoce al agua potable y al saneamiento básico como derechos humanos esenciales para el pleno disfrute de la vida.

Desde hace diez hemos sostenido que en Carabobo el agua que se recibe en los hogares no es apta para consumo humano. El tema del aluminio es el que mayormente nos ha preocupado por los efectos que puede tener en la población. Se ha hablado de daños en el sistema nervioso central y otras patologías neurológicas que los especialistas han advertido, particularmente en menores y personas de tercera edad. El referente a los trihalometanos, que surgen de la acción de cloro residual (cuando es usado en exceso en el tratamiento del agua) que según la Organización Mundial de la Salud aumentan el riesgo de cáncer, también ha causado alarma entre otros señalamientos que han hecho estudiosos en la materia.

El problema es muy complejo y se ha venido agravando con el paso del tiempo. El embalse Pao Cachinche es un ejemplo de cómo la acción gubernamental irresponsable puede destruir un cuerpo de agua. El contaminante trasvase de más de 5000 litros por segundo de agua comprometida del Lago de Valencia desde finales de la década pasada acabó con las condiciones favorables de la principal fuente de abastecimiento del Acueducto Regional del Centro, el cual surte a más de dos millones de habitantes, además la planta depuradora de La Mariposa está totalmente en ruinas y los efluentes residuales no tratados se suman a la ya trágica situación que presenta el reservorio.

La infraestructura está en el suelo. La Planta Potabilizadora Alejo Zuloaga se quedó esperando la modernización y no dispone de la tecnología para poder manejar el líquido que llega del embalse, el cual está muy comprometido. Allí se hiperclora y se trata con cantidades altas de sulfato de aluminio lo que hace que el agua que sale no cumpla con los parámetros de calidad que exige la Organización Mundial de la Salud para considerar que es potable.

En el año 2017 se anunció una inversión de cerca de cien millones de dólares para la rehabilitación de las plantas depuradoras La Mariposa y Los Guayos. Lamentablemente este proceso ha estado signado por la misma opacidad de las contrataciones públicas en Venezuela en los últimos tiempos, amparadas en prácticas oscuras reñidas con los principios constitucionales de transparencia y acceso a la información pública.

Hoy nuevamente los ciudadanos carabobeños se movilizan y se activan en defensa de este fundamental derecho humano, ejerciendo el importante rol de ser factores de presión social para lograr de los organismos competentes el cumplimiento de su responsabilidad de garantizar agua limpia, pura, potable y suficiente para ésta y las venideras generaciones.

Nuevas voces ahora se escuchan, en amplio cauce se encuentran, el agua de esta justa causa corre, no se estanca, riega el campo fértil de la voluntad y el valor de una ciudadanía activa y responsable. El oprobio del agua sucia quedará atrás, como atrás quedarán muy pronto quienes causaron esta tragedia nacional que Venezuela quiere superar.

 




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