Por: Luis Cabrera / @salteveneno
El arte es extenso, diverso, y consigue múltiples caminos para conmovernos o sacudir nuestros pensamientos reflexivos. El fotógrafo no se puede mantener ajeno a ello, bien sea en su proceso creativo, en sus lecturas, y muy en especial en las actividades a las que asista para impregnarse de ese fuego purificador.
El pasado fin de semana se inauguró en el Hesperia WTC Valencia la exposición “Reinvención creativa” de Rolando Quero, artista plástico, maestro y amigo. Quero le imprime una huella ineludible a sus obras a través del trazo y la intensidad con que el color dialoga con el espectador. Confieso que desconocía su faceta escultórica, y me impresionó como a pesar de que las piezas son abstractas en su forma física, el trazo sobre ellas se mantuvo firme y dictatorial como protagonista de la propuesta. La impronta es inequívoca.
El recorrido museográfico invita a recorrer distintas etapas por las que transitó el artista. Desde los trazos suaves pero firmes, pasando luego por una emboscada de la colorimetría en la que el espectador queda atrapado por tonos más agresivos que son contenidos por un trazo ahora punzante, conduciéndonos a una etapa posterior vibrante de tenacidad y revancha marcada por un rojo prestado del plumaje del ave fénix.
En una conversación posterior con el maestro Quero, coincidimos con la gran necesidad de la crítica en nuestros espacios museísticos. La crítica es uno de los instrumentos en los que se logra apoyar el artista para crecer. Y es que si te rodeas de aduladores jamás tendrás una referencia de los vacíos que pudieses manifestar en tu obra o en tu discurso.
No siempre es fácil escuchar la crítica, menos leerla. Pero es un ejercicio obligatorio para establecer cómo nuestra obra interactúa con los demás, cómo es percibida. Ahora, claro está, la crítica debe estar sustentada en un criterio. Por eso la importancia de relacionarse en ciertos círculos de individuos con un mínimo de criterios cuyas reflexiones sean un aporte sin importar lo diametralmente opuestas que sean.
Establecer contacto con otros artistas, incluso de otras corrientes o áreas, permite un crecimiento importante en nuevos referentes, escuchar distintas ópticas sobre fenómenos en común, y el enriquecimiento humano de valorar la opinión de los demás aun cuando no estemos de acuerdo.
