No es corriente contestar en estas líneas a preguntas referidas a temas personales específicos. Pero, lo hacemos ahora porque es un tema duro, difícil, que oprime a gente en variados lugares, en dispares ocupaciones, y en niveles económicos y culturales de mucho reto. Vamos a un breve hablar sobre los temores y miedos.

Confrontaciones transnacionales, grupales, políticas, sociales, ideológicas, pandemias virales, y otras regadas angustias, operan como intensos, profundos, dolorosos y destructores, activadores que son sembrados, con efectos en forma de temores y miedos, en nuestra interioridad -biopsicosocial- humana. Estas presiones psíquicas (emociones) son generadas y reforzadas por nosotros mismos, convertidas en una amplia variedad de sentimientos e hirientes sufrimientos.

¡Los temores y miedos son mayormente manejables, pero antes de que eso ocurra, nos agotan y deprimen largo tiempo, mientras están activos! Los temores y miedos desequilibran la salud física y mental, y nuestra adaptación personal, social y ciudadana.

Antes de graduarme como psicólogo me interesé en comprender el funcionamiento de estas negativas emociones -los temores y miedos-, y me intrigó la gran variedad existente en la gente. Esa inquietud y experiencia, que he mantenido por más de cincuenta años de vida profesional, me motiva, ahora, a escribir sobre las incidencias y el sentido utilitario, práctico y terapéutico, de estos temas de extendida operatividad.

¿Cómo y por qué nos afectan, sin descanso, temores y miedos? Es uno de mis deseos hacer más simple la información sobre los sistemas correctivos, que nos ayudan a “madurar” (controlar) la conducta, en esas “emociones perversas”.

Como dijo Eleanor Roosevelt (USA, 1884-1962), “nada puede hacernos sentir inferiores, sin nuestro consentimiento”. Igual cosa ocurre con todas nuestras emociones. En estas claras palabras queda dicho casi todo. ¡Debemos comenzar por no excusarnos! ¿Cuántas veces hemos consentido (admitido) una emoción, sin conocer cómo pueda afectarnos? Somos nosotros, casi siempre, quienes vamos a aprobar los detalles de nuestra vida, ¿o no?

Somos sólo parecidos a otras personas. ¡Nunca será del todo válido que comparemos nuestras vidas! Y eso es válido, por igual, para cuando intentamos comparar nuestras conductas y toda la vida emocional. Todo temor nuestro es único; ¡y todo miedo, también! ¡No hay iguales sufrimientos! Mejor no intentemos comparar a nuestra vida psíquica, porque desde el cerebro, hasta nuestra consciencia es diferente en cada segundo que pasa.

Cada humano puede brillar, llegado su tiempo; puede sentirse bien, y a dar de sí lo mejor. Necesitamos el apoyo que traiga el instante de cada gloria y felicidad; y, en adelante, ¡partir hacia la seguridad de los momentos de felicidad que construyamos!

Hernani Zambrano Giménez.

hernaniz@yahoo.com




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