Dentro de la variedad de utilidades por aprender correcto como seres vivos, hay uno que se ha descuidado y está poco entendido; es una idea a veces confusa y aun mal vista por muchas personas. De eso, del silencio, hablaremos…  

¡Como tema central de hoy nos referiremos al silencio y su utilidad como la idea de inversión que debemos darle a nuestros momentos del silencio! Al descubrir grandes beneficios y poderes presentes en los estados de silencio desarrollamos en nosotros estados físicos y momentos anímicos (psíquicos) propios de nuestra tranquilidad, de la paciencia, de la calma y la cordura, entre otras condiciones necesarias para alcanzar un estado de calma, de paz, y en algunos momentos, de la felicidad.

Los efectos del silencio en nuestro cerebro son notorios. Vivimos en un mundo muy ruidoso y acelerado, cosa que puede tener efectos de perjuicio cerebral. El silencio nos ayuda a contrarrestar los efectos del ruido excesivo. ¡La contaminación auditiva es algo creciente y muy real!  

El cerebro tiene un impresionante potencial para adaptarse a las circunstancias y entornos. A esto se le llama plasticidad neuronal. El silencio es más eficaz para relajarnos que usar la llamada música “relajante”. Aunque nos guste la música y ésta tenga influencia positiva en nuestro ánimo y en relajarnos, nuestro cerebro necesita “descansar” de los sonidos: ¡Necesita el silencio!

Hagamos “escapadas” o “retiros de silencio”. Un fin de semana en el campo o zonas muy poco habitadas, en contacto con la naturaleza pueden ayudarnos a disminuir nuestro estrés y dar a nuestro cerebro el silencio que necesita.

Lo que algunas personas consideran como el arte del “callar oportuno”, de mantenernos en silencio, tiene como resultados efectivos muchos beneficios. Cuando guardamos oportunos silencios, vamos aprendiendo gradualmente a estabilizar nuestras emociones, y de esta manera, entrar (y mantenernos) en mayores periodos de relax y concentración.

Cuando estamos bajo presión de la angustia y ansiedad nos vemos mucho más debilitados e impulsados a exponernos en los contactos interpersonales, con un efecto acumulativo y hasta inmediato de hablar más, de desperdiciar energía mental, y entonces sentirnos en agotamiento físico, social y mental.

Quedarnos callados y con más momentos dominados por los silencios, en tantas de las tentativas situaciones de probable confrontación, podrá permitirnos redescubrir, actualizar y comprender “el poder efectivo del silencio activo”.

Sentiremos ese silencio efectivo lleno de poder profundo, con su fuerza energética de vinculación efectiva, a lograr en cada recarga repetitiva, presente en el silencio.

En un mundo tan dinamizado donde a través de todos los medios comunicantes desde muy pequeños se nos enseñó a no callar, el saber hacerlo (callar) es un aprendizaje de imperiosa necesidad aprender a dominar nuestras palabras y pensamientos; incluso, las formas variadas de gestos expresivos, para acceder con apremio al control de nuestra fuerza de voluntad.

Cada vez más, y con toda justificación y lógica, dejemos el tanto hablar sin sentido; ya es tiempo de que se reconozca que el hecho de guardar silencio resulta ahora, y sin tiempo que perder, una cosa de sabios.

Revisemos nuestras costumbres redundantes en palabras y opiniones asfixiantes. Rectifiquemos a tiempo tantos vicios ruidosos (gritos) que nos enseñaron, como si mucho hablar fuese cosa de inteligentes, y asunto de gente “buena” y “al día”.

Es todo lo contrario, y cambiemos esas malas costumbres hacia las suaves formas de la comunicación respetuosa y relajante, hacia el silencio constructivo. !Grande es el silencio!

Dejemos  fuera el errado decir que “el silencio es algo que no se escucha”. ¡No es así! Digamos al contario que por las escuchas profundas de objetos penetrantes, como videos, como ‘tabletas electrónicas’, y tantos medios ruidosos, nos llenamos de angustiantes y ruidosos intentos de falsa comunicación.  

«Hemos caminado a toda hora entre el ruido, la prisa y la angustia, pero busquemos entrar en el “relax” relajante que encontramos en el silencio, y mientras más sea en compañía del disfrute de esa condición anímica, más pensemos en la paz, y más podremos encontrarnos dentro del sentido que existe en el silencio».

El silencio más profundo, el más intenso, es ajeno a ruidos, prisa y angustia. Es el silencio del diálogo interno profundo y escuchar a nuestra propia consciencia. Somos dueños de nuestro silencio, tanto el externo como el interno: Ambos están bajo nuestro control.

Busquemos encontrar el ser de las personas sabias, de esas a quienes gusta el silencio, el reconfortante, porque así nos ayuda a conocer lo interior. !El beneficio del silencio que nos lleva al encuentro consigo mismo!

 

Hernani Zambrano Giménez, PhD.

hernaniyo@outlook.com




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