Paradoja es una figura gramatical que consiste en la contradicción, en la singularidad de lo verdadero, en lo contrario de lo lógico, y es esto lo que ocurre muchas veces en nuestro país. Por ejemplo, aquí se encuentran las mayores fuentes de agua potable, especialmente en el Sur, sin embargo, el vital líquido escasea en la mayor parte de nuestro territorio.
Venezuela tiene fama de contar con médicos de reconocido prestigio científico tanto en nuestro país como fuera del mismo, mientras el régimen “importa” “galenos” de la “isla cárcel” que se caracterizan no precisamente por sus conocimientos de esa rama del saber humano.
A los venezolanos a menudo se nos tortura con la interrupción del servicio eléctrico, con los llamados “apagones” atribuidos por el régimen a sabotajes del “Imperio”, pero la realidad es otra y es que se han marchado del país los mejores técnicos que han ido al exterior a prestar sus servicios a otros lugares donde han sido recibidos con beneplácito.
El sector privado mantenía en plena producción y a precios accesibles al consumidor rubros importantes como el maíz, la papa y otros. Hoy, controlados por el Estado sus precios están fuera del alcance del consumidor o no existen porque está lo político de por medio.
La paradoja de las paradojas es la relacionada con el petróleo y sus derivados de los que Venezuela es (o era) dueña de las mayores reservas del mundo las que han sido calculadas para 500 años o más. Del “oro negro” Venezuela producía antes de la llegada de este régimen tres (3) millones de barriles por día, hoy produce apenas cuatrocientos (400) mil barriles cada día.
Muchos técnicos en la materia se han marchado al exterior especialmente a USA y al Medio Oriente dejando al país sin la “mano de obra” especializada que tanto requiere. ¿Qué ejemplo queda para Venezuela que tanto espera de su juventud?
Las comunicaciones telefónicas cada día empeoran hoy, cuando el mundo se comunica en escasos segundo. Sin embargo, nuestras maltrechas líneas desdicen aceleradamente del esfuerzo científico de Alexander Graham Bell y Antonio Meucci. Quizás algún venezolano sorprenderá a los técnicos de un país desarrollado con sus conocimientos al decirles que viene del mismo país donde nació Simón Bolívar, del que tanto se ufanan quienes han manchado su nombre.
