Sí, buscar semejanzas en las diferencias y lo inverso también.  A estos complicadísimos aprietos nos ha conducido a todos quienes tenemos la obligación de escribir semana tras semana sin importar como está el tiempo allá afuera.  Hay que hacerlo y punto; por supuesto, lo mejor posible.  Los columnistas no estamos para repetir noticias ya conocidas; menos en estos tiempos de instantáneas redes sociales, onde todo se sabe en cuestión de segundos; donde dar un tubazo es un hecho sobrehumano, prácticamente imposible.

Nuestro oficio es sumamente trabajoso, requiere de mucho esfuerzo. Pongamos por caso, no es del todo cierto cuando se afirma con inflexibilidad de hierro que los venezolanos no estamos bien informados sobre lo que sucede en nuestro país como consecuencia de la hegemonía y por el control pleno que mantiene el régimen de Nicolás Maduro sobre los medios de comunicación social; sí, la autocensura tiene su cuota de responsabilidad.  Es común oír que, por el hecho de que los diarios o periódicos dejaron de circular en físico, la sociedad no está informada del caos en el que vive. Las radios y televisoras fueron compradas por revereciantes amigos de Miraflores y el resto están rodeadas por Conatel.

Nuestra gran ayuda, inconmensurable ayuda, han sido las redes sociales absurdamente vituperadas por algunos partidarios de la oposición, y pocos amigos del presidente encargado Juan Guaidó.  Las redes sociales tienen la peculiaridad de que son millones de compatriotas que participan en ellas, pero una gran mayoría solo se limita a leer lo que otros escriben, y solo una minoría contribuye de veras con la publicación de verdades, noticias. La importancia de estas redes es tal, que es común ver en los diarios digitales concederle crédito a noticias provenientes de Twitter de donde muchas veces se nutren, este es el vehículo.

Hay quienes de manera sibilina no pierden tiempo para maltratar y sembrar desesperanza de manera furtiva entre quienes apoyan a los sectores democráticos.  Se comentaba con preocupación en una encuesta publicada la semana pasada sobre la ignorancia del venezolano, sobre todo en aquellos provenientes de los sectores sociales D y E, y todo por el hecho de que desconocían la existencia del “informe Bachelet”.  Es natural que muchas personas no sepan responder esa pregunta enunciada de esa manera, “informe Bachelet”, pero esto no quiere decir —que ignoran las torturas, los crímenes cometidos por la policía política, las violaciones de los derechos humanos, las dificultades día a día para conseguir alimentarse, para cubrir los gastos ordinarios— Por supuesto que están al tanto de que los servicios públicos  no existía o son insuficientes.  Que la crisis  económica que sufrimos proviene mucho antes de que los norteamericanos comenzaran las sanciones en contra de los funcionarios corruptos. Saben que muchos niños mueren a diario, bien porque no han recibido atención médica a tiempo o porque no han conseguido las medicinas. Saben que vivimos en dictadura, conocen pues hasta el epilogo del cuento. Y de manera desglosada, que es lo que más importa…

Ellos son las primeras víctimas de la dictadura.  Conocen el camino hacia el Gólgota como la palma de su mano.  Los ricos no caminan por esas trochas irregulares y empedradas de inmisericordias, de carencia, de insuficiencias de lo más elemental que necesita todo ser humano para sobrevivir.

Para poner punto final, es un tema sin fondo; los sembradores de desesperanzas se cuelan por cualquier ranura abandonada.  El empresario, Luis Vicente León, de más está decir que es su legítimo derecho, como es de nosotros no compartirlo, dice: “La agudización de la crisis genera un efecto político contrario al esperado, unifica al chavismo para protegerse del enemigo externo y divide a la oposición”… Su socio, José Antonio Gil Yépez, difiere de él en cierto modo: “Se volvió a reactivar la presión internacional contra del gobierno de Maduro, consolidándose las acciones de Estados Unidos, Unión Europea y Grupo de Lima”. Distinto al titular, aquí conseguimos diferencias donde debieran privar las semejanzas… Hay preocupación porque Barbados le ha puesto sordina a la acción de calle que traía la oposición, apagó los carbones. El acuerdo de Oslo convino el silencio de lo que se tratara en esas reuniones. Esa es la razón, pero no deja de angustiar, es un mutismo escalofriante, turbador.  Sin embargo, la salida del régimen es inevitable…

garciamarvez@gmail.com

 




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