La incorporación de la música a la escuela primaria provino del docente de aula, generalmente maestras, que cantaban junto con sus alumnos el Himno Nacional, en filas por grado, antes de entrar al aula. Más que rito, era una comunión de voces y sentimientos.

La alegría escolar y el aprendizaje informal comenzaban con la música. Es por eso que todos tenemos un cuarto con los recuerdos de himnos, canciones y maestros de los primeros años de primaria. Cantar era entonces un aprendizaje dentro de un juego y una emoción que retorna cada vez que se abre la puerta de ese cuarto de la memoria.

Antes del cambur pintón para afinar un cuatro, en las Escuelas se practicaba con el instrumento musical personal que es la voz. En la mayoría se cantaba mucho, todos los días para iniciar clase, en ocasiones especiales en los Actos Culturales y en algunos de los juegos de recreo. En la evocación de esos momentos resurge un repertorio con el Himno Nacional, el del Estado Carabobo, el de las Américas. Por la amigable cercanía de esa época con la naturaleza, palpitan sentimientos rememorando el Himno al árbol o el Himno del Araguaney.

La mudanza de siglo, del XIX al XX, significó para aquel poblado que aún era Valencia un desprendimiento, lento y constante, de las costumbres, patrones de conducta, modos de sentir y pensar vinculados a la tierra y a las faenas del campo. Sus 20000 habitantes se fueron urbanizando de un asombro a otro: el automóvil, el tranvía, el alumbrado eléctrico, el acueducto de la Caja de Agua, el tren, el teléfono, las firmas comerciales y los embriones de fábricas en los sectores  textil, cuero, alpargatas, sombreros, velas, alimentos y bebidas como la famosa Kola G el primer refresco champañizado, embotellado y con tapa de rosca.

En la Valencia de antes, había maestras que, sin ser profesoras de música, estimulaban el canto y los bailes folclóricos. Los actos culturales y juegos de recreo. El repertorio es variado, desde El Carite a Chiriguare; desde  “va entrando en el baile” a  Doña Ana. Entre esos nombre que formaban niños en su casa de habitación estuvieron Doña Trina Mercedes Pérez o Doña Luisa Nevero de Aguayo en cuya casa se manifestaba frecuentemente su afición a la música y al canto.

Existe registro periodístico de la existencia en Bejuma, en 1948 de una Banda de Música en la Escuela Federal José Laurencio Silva, auspiciada por el Concejo Municipal, que funcionaba en una casona alquilada. El director del Colegio era el Bachiller José Pérez Núñez y el director de la agrupación musical, integrada por doce miembros, era el maestro Don Carlos Fuentes.

En los años cincuenta, en la Escuela Julio Castro, Av. Díaz Moreno, en la organización de los Actos Culturales siempre estuvo presente el entusiasmo de la maestra Victoria Vigas de Peña, madre del Ingeniero fundador del IUTEC, César Peña Vigasy hermana del pintor Oswaldo Vigas. En la Estadal José de Jesús Arocha, calle Páez con Carabobo, cumplía con abnegación esa función de animación cultural, la maestra y Directora María Carlota Alvarez de Román, madre del Consultor y escritor Arquímedes Román.En la Escuela Estadal Eutimio Rivas entre calle López con Av. Padre Afonzo, destacaba la maestra Elba Maya.

A finales de los sesenta en la Escuela Nacional para niñas, las maestras Avelina Marchena y Gladys Cubas enseñaban un poco conocido Himno a Bolívar, además de canciones infantiles y religiosas. En los setenta Magaly Boscán fue profesora de música, en algunos colegios deValencia. También lo fueron músicos del talante de Cristóbal Gornés en la Escuela Domingo Savio y como Director del Coro de la Escuela Padre Alfonzo; JuthaWestfhal en el Colegio alemán La Esperanza; Federico Gaerste; Víctor Castillo o Federico Núñez Corona.

Pero hubo Colegios donde no se cantaba o si se hacía era dentro de la enseñanza religiosa, como parte de la formación espiritual. El más conocido entre ellos, el Colegio La Salle, Urdaneta con calle Independencia, cuya actividad musical se reducía a la Banda Marcial, celebrada en los desfiles de la patria. Sin embrago, en el Colegio Don Bosco había una Coral y por las tardes el padre Ricardo Alterio hacía unas reuniones musicales donde tocaba el piano y explicaba rudimentos de teoría musical.

Una mención especial merecen maestros de primaria reconocidos como cantantes y compositores. En Guigue Leviana Meléndez de Avila, autora del Himno del Municipio Carlos Arvelo; Fabián Torrence, docente de la Escuela Estadal Armando Reverón, excelente compositor de Naguanagua y ganador de la Voz Magisterial; Helena Reyes de la Escuela Nacional Bárbula; Mirna Montero, docente del área cultural; Morella Rodríguez, de la Escuela Estadal Atanasio Girardot, Elsy de Sarmiento del pre-escolar Jesús Berbín, Marité Montesinos; Alberto Tovar maestro de Bejuma, ganador de la Voz Magisterial regional y nacional en 1983; Lauri Noguera un brillante cantante también triunfador en Festivales o Vicente Guatache un magnífico intérprete de música llanera, maestro del Municipio Libertador y triunfante en la voz magisterial.

Un panorama más completo e integral de la relación entre vida escolar, música y cultura puede darlo Clara Rosa Sánchez que convirtió en pasión de vida su investigación de estas áreas desde la Secretaría de Educación del gobierno de Carabobo. Por su parte, la profesora universitaria Alecia Castillo tiene a cuestas una sin par labor como historiadora de la música regional.

Un vigoroso empuje al desarrollo musical del Estado Carabobo se produjo por la labor de Sebastián Echeverría Lozano quien en 1927 ejerció como maestro de Capilla de la Catedral de Valencia, En 1930 creó y dirigió por veinte años el Orfeón Carabobo y en 1937 fue designado como Director fundador de la Escuela de Música del Estado Carabobo por el gobernador Salvador Carvallo Arvelo.

La otra institución de enseñanza musical, más reciente pero también con una extraordinaria labor, es el Conservatorio de música del Estado Carabobo creado por la iniciativa del maestro José Calabrese y el Dr. Manuel Vadell, que ha sostenido con admirable tenacidad la profesora Sarina Calabresse.

La Universidad de Carabobo ha tenido un creciente papel en la formación de docentes para la enseñanza y la creación artística. En el siglo XIX un antecesor de los enseñantes de música fue el profesor de esa cátedra, Pedro Pierrar, en 1844, en el Colegio Federal de Carabobo célula inicial de la Universidad.

Este papel formativo llega a la cúspide con la creación del Kinder Musical Gustavo Celis Sauné, dirigido a niños entre 4 a 6 años, fundado en 1973 gracias al entusiasmo de las profesoras Nieves de Acosta y Luisa Herminia Ojeda de Salas.

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