Un millón de bolívares. (Foto EFE)

De la vorágine de políticas económicas fallidas que durante el último quinquenio ha arrasado todo a su paso nadie sale ileso. En Venezuela usuarios y consumidores, así como comerciantes, empresarios y productores, son víctimas de un sistema colapsado. Mientras los primeros tratan de cubrir sus necesidades y rendir lo que tienen, los segundos buscan alternativas para evitar bajar sus santamarías.

En medio del proceso de dolarización informal que se vive en el país, cada transacción representa para ambos grupos una lucha de supervivencia, un viacrucis. En especial cuando la moneda que se usa para concretar un intercambio es el bolívar. José Hernández lo vivió esta semana al intentar comprar un dispositivo de wifi portátil en el centro de Valencia, luego de mucho tiempo ahorrando.

Se trataba de una inversión impostergable para él, porque aunque compromete su bolsillo, necesita estar conectado a internet para trabajar y la conexión fija que tiene presenta fallas cada vez más frecuentes y prolongadas. Pero jamás imaginó que comprar el aparato casi se convierte en una tarea imposible por el solo hecho de tener bolívares y no dólares disponibles.

En consultas por internet un wifi portátil puede estar entre los 35 y 50 dólares. Mientras que en las cercanías del Boulevard Constitución, en el centro de la capital carabobeña, los montos oscilan entre los 35 y 65. “Lo más impactante es que los locales comerciales están a muy poca distancia entre sí y las marcas y modelos son los mismos”, dijo Hernández.

Otro detalle que le causó sorpresa fue que, dependiendo del artefacto, hay comercios que solo aceptan divisas, aun cuando el resto de sus artículos puedan pagarse en bolívares al cambio, según la tasa del día, a través de transferencia, punto de venta o pago móvil. Esto obliga al comprador a adquirir, de emergencia, dólares en efectivo.

A su parecer, los comerciantes se vuelven intransigentes, aunque el panorama cambia cuando se les ofrece algún “incentivo”: cancelar a una tasa de cambio más alta o incluso pagar unos cinco dólares adicionales. Otros comercios, aseguró, ofrecen precios bajos y aceptan pagos con punto de venta pero con la condición de que el cliente esté dispuesto a pagar hasta 8 % de recargo sobre el precio final del artículo porque “los dueños del punto lo exigen”.

Cobertura cambiaria, una alternativa de supervivencia

Aunque Hernández se siente víctima de los comerciantes, para el economista Alejandro Castro, gerente de operaciones de la firma Econométrica, lo que están haciendo los propietarios de los comercios no es más que protegerse y garantizar su cobertura cambiaria. Explicó que se trata de una práctica natural en un contexto en el que la volatilidad del tipo de cambio es una constante, como es el caso de Venezuela.

“Como el tipo de cambio es sumamente inestable, a pesar de que en los últimos días se ha mantenido entre tres millones y tres millones 200 mil bolívares por cada dólar, las empresas para protegerse, en caso de que haya un aumento súbito del dólar, suelen recibir pagos en bolívares a un tipo de cambio levemente mayor al del Banco Central de Venezuela (BCV) o el no oficial”, señaló el especialista. En economía, a eso se le conoce como cobertura cambiaria.

En términos operativos, apuntó Castro, no es conveniente para ningún comercio ni empresa recibir bolívares a lo que marca el tipo de cambio oficial o el paralelo, ya que corren el riesgo de registrar una pérdida cambiaria si no hacen el cambio de moneda a tiempo y al día siguiente el precio del dólar aumenta: recibirían menos dólares de los correspondientes por el producto o servicio que vendieron.

“Lo más sano es dejar ese diferencial para tener cobertura cambiaria en caso de que ocurra un aumento abrupto del tipo de cambio”, insistió el economista egresado de la Universidad Central de Venezuela. “Eso permite tener cierta estabilidad en el flujo de caja y hacer frente a las fluctuaciones del tipo de cambio”.

Déficit fiscal, el centro del problema

Fue enfático al exponer que el problema de fondo no es el comerciante que cobra un porcentaje adicional en pagos en bolívares, sino el financiamiento del déficit fiscal que hace el gobierno con dinero del BCV, cuyas consecuencias, como la depreciación del tipo de cambio y la hiperinflación, obligan a los comercios a tomar medidas desesperadas.

Los aumentos del tipo de cambio ocurren porque el déficit fiscal se está monetizando a través del BCV con bolívares que no tienen contrapartida en la producción de bienes y servicios, sostuvo. Estos bolívares sin respaldo presionan el tipo de cambio y los precios de los productos, generando así un ciclo tóxico para la economía, que conlleva al actual proceso hiperinflacionario, el cual ya roza los cuatro años.

“El centro del problema es el déficit fiscal, que está en torno al 10 % del PIB. Esto obliga a que los empresarios cobren un porcentaje adicional, para tener cobertura cambiaria”, dijo a El Carabobeño. Paradójicamente, la dolarización contribuye a que los comercios incurran menos en esas prácticas, al fijar sus precios en dólares y recibir los pagos en la misma moneda.

Según Castro, algunos comercios, para cubrirse, en lugar de aumentar el precio en bolívares, lo que hacen es aumentar el monto en dólares. Por ejemplo, si el precio del producto es 100 dólares, lo llevan 110 para asegurar la cobertura cambiaria. Es así como cada transacción se convierte, tanto para los compradores como para los comerciantes, en una lucha de supervivencia.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.