Desespero en Ecuador: colapsaron emergencias y funerarias por el coronavirus

Guayaquil es la Wuhan de Ecuador. Es la ciudad en la que se detectó el primer caso, importado de España, es el principal foco de contagio del país, con el 70% de los 2.758 positivos y es donde se impusieron medidas más fuertes al inicio del estado de excepción.

Tras dos semanas de toque de queda y de suspensión de la jornada laboral, extendidas hasta el 5 de abril, Guayaquil es el prisma que revela la desesperación de la población por los fallecimientos de sus seres queridos y la incapacidad de las autoridades para actuar a tiempo.

Las funerarias están colapsadas, no tienen personal; los camposantos no tienen capacidad de recibir tantos cadáveres; la gente no puede salir de sus casas a hacer los trámites para enterrar a sus fallecidos; el número de muertos crece entre los diagnosticados con COVID-19.

Los funcionarios no se dan abasto para levantar los fallecidos por coronavirus

 

Una crisis sin precedentes

Según datos oficiales, la provincia del Guayas hasta el primero de abril había reportado más víctimas del COVID-19 que naciones latinoamericanas enteras: 60 muertos y 1.937 infectados (1.301 solo en la capital de la provincia).

Esta cifra no incluye todas las personas que han muertos, sin que se le haga el test para comprobar la presencia del virus. Aun así, las autoridades los relacionan como causa de la muerte probable.

El colapso del sistema funerario producto de esta crisis es de tal magnitud que el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, debió conformar una fuerza de tarea conjunta para poder enterrar a todas las personas fallecidas, reseña el portal El político.com.

Protestas de los familiares

En contraste a esas cifras, por las redes sociales y en los medios nacionales no dejan de cesar las denuncias de familias guayaquileñas que han perdido a un familiar con síntomas como tos, fiebre e insuficiencia respiratoria y que llevan esperando días para que alguien vaya a retirar sus cadáveres.

Hasta cuatro días, se quejan, en medio del olor dentro de su propia casa. Otros, desesperados por la presencia del cuerpo, los han sacado a la acera. Y todos coinciden en reclamar que nadie haya aparecido a recogerlos pese a haber llamado insistentemente al 911, el número de emergencias.

El gobierno ecuatoriano, había evitado pronunciarse o a vincular esta situación con el impacto del virus en Ecuador, terminó reconociéndola y presentará un informe semanal sobre las defunciones en general, para sincerar las estadísticas inusualmente altas de muertos de la última semana frente al promedio anual.

El caso que muchas personas mueren, sin ni siquiera haberles realizado las pruebas, manifiestan los familiares.

No se pueden vincular esas muertes al coronavirus si no se hacen las pruebas que, en Ecuador, pese a ser el segundo país de la región en fallecidos y tercero en contagios, es uno de los que menos muestras ha tomado: 9.019.

“La realización de las pruebas es lo único que nos confirman que los decesos se han dado por coronavirus. Tendremos más datos cuando lleguen las pruebas rápidas”, indicó el viceministro de Salud, Ernesto Carrasco. Este miércoles se registró un pico de casos confirmados, 408 más que el martes.

Primero fueron los servicios de emergencias, los que decían que habían recibido muchas más llamadas de lo habitual en un día para recogida de cadáveres en casa. 40, aseguraban, frente a los 14 fallecimientos en domicilio que, en promedio, se producen cada día en Guayaquil.

Después, la policía dio una aproximación mayor de la dimensión del coronavirus en la segunda urbe más importante del país, tras Quito: 450 cuerpos en lista de espera para ser retirados, según el periódico El Universo.

Reacción del gobierno

Lo que sí generaron las estadísticas y las denuncias ciudadanas fue la reacción del gobierno. Primero, planteó abrir un espacio para inhumaciones colectivas. Se llegó a hablar entre las autoridades municipales de Guayaquil de una fosa común replanteada para garantizar sepulturas individualizadas.

Segundo, se permitió a los cementerios que extiendan su horario hasta las 5:00 de la tarde, más allá del toque de queda de las 2:00 para reducir las filas de espera en sus puertas, y a los prestadores de servicios funerarios, trabajo sin descanso.

Se incorporaron, además, las fuerzas armadas a la tarea de recolección de fallecidos, ya sean naturales o sospechosos por coronavirus; hasta se dispuso por las autoridades de salud que la cremación no era un requisito indispensable, ni siquiera para las víctimas del COVID-19.

El martes en la noche, según los portavoces del Ejecutivo, que dan los reportes regulares de datos y novedades, debía haberse concluido la tarea de retirada de cuerpos que llevaban días acumulando olores en las casas o en la calle.

Pero el lamento de los guayaquileños continúa y aún hay cadáveres envueltos en plásticos, en sábanas o en ataúdes esperando a ser recogidos.

Tareas conjuntas

El comandante de la Armada Nacional, Darwin Jarrín, quien asumió el 30 de marzo la coordinación militar y policial para la provincia del Guayas, indicó que hasta hoy, jueves 2 de abril, a más tardar, estarán enterrados todos los fallecidos en Guayaquil.

“El ministerio de Salud entrega en los hospitales el acta de defunción, Policía y CTE (Comisión de Tránsito del Ecuador) trasladan los cadáveres a los dos cementerios, Parques de La Paz y el Panteón Metropolitano, y las fuerzas armadas los entierran”, señaló Jarrín.

Según el sociólogo guayaquileño Héctor Chiriboga, “Esta es una ciudad donde la clase media, media baja, demoraba el velorio hasta dos días porque tenía que llegar el pariente que vivía en Europa, los migrantes que se fueron después del 2000. Aquí se vestía a los cadáveres y hasta hace poco la Iglesia católica veía con malos ojos la cremación”, explica.

Añade que “esto es un golpe para las costumbres de los sectores populares, para el ritual del fallecimiento y del entierro. El hombre que se gana el pan día a día, que tiene una veta cristiana o católica, es un hombre que se deshace al ver que no se va a poder cumplir con el rito”.

El origen de la situación

“Siempre había personas que fallecían en su casa. Lo normal era que un médico determinaba la causa de muerte y luego venía la funeraria. Pero ahora hay un pánico generalizado y se piensa que toda persona que fallece en Guayaquil tiene coronavirus.

Entonces las funerarias no se quieren hacer cargo porque tienen miedo al contagio”, explica Grace Navarrete, médica salubrista que pertenece a la Sociedad Ecuatoriana de Salud Pública.

Este miedo se replica también entre los familiares, dice la doctora Navarrete. “En las casas pasa lo mismo, se muere alguien y nadie toca el cuerpo, en una ciudad en donde el calor hace que el nivel de descomposición de los cadáveres sea más acelerado que en otras partes del país. Yo escuché de un caso de una persona fallecida en su dormitorio cuyos familiares sacaron el cuerpo sobre el colchón a la vereda”.

Para el ingeniero Wated, se trata de un conjunto de factores que se combinan en el peor escenario.

Con información  el Político.com




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