Zona industrial de Valencia. (Foto: Archivo El Carabobeño)

Los años que transcurren a partir del 2013 han mostrado un deterioro del sector productivo industrial, como no se conoce en otros momentos de su historia. Así lo establece una investigación en la que se revela que el proceso de desindustrialización, entre otros factores, impulsado por el chavismo destruyó seis décadas de construcción del tejido industrial del estado Carabobo.

A pesar de que la industria venezolana es joven comparativamente con otros países de América Latina, en un corto lapso logró avances significativos que la llevaron a hacer una contribución de hasta el 20% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras el país ostentaba el título de ser la cuarta economía de la región durante casi toda la mitad del pasado siglo XX. Hoy a duras penas su economía es la décimo tercera.

Según el estudio realizado por el profesor de Relaciones de Trabajo de la Universidad de Carabobo (UC), Héctor Lucena, esa debacle global de toda su estructura productiva no dejó indemne a ninguna actividad productiva en Venezuela. “Por tanto, el sector industrial en 2020 apenas produce un 15-20% de lo que producía hace pocos años”.

El investigador apuntó que en este reciente sexenio ocurrió el desenlace de dificultades que venían gestándose en lo que va del siglo XXI. Como resultado, en algunas ramas y empresas los efectos han sido devastadores, como ensamblaje y partes automotrices, metal-mecánico, cauchero, farmacéutico, calzado, construcción. Otros se mantienen con disminución acentuada de su producción, como el de alimentos y bebidas, plástico, químico y productos del hogar.

“En los años del actual régimen lo que se ha visto es un fenómeno más complejo, que no es el replanteo o reorientación del modelo de desarrollo industrial, sino algo que consideramos más complejo, como es el sesgo anti industrialista que evidencian las políticas y su instrumentación desde la esfera gubernamental, influenciada por un enfoque ideológico cuestionador y desconfiado del manejo privado de los medios de producción, al menos de la amplia mayoría”, expuso el universitario.

Las conclusiones obtenidas por Lucena provienen de un trabajo realizado a lo largo de los últimos meses del 2019 y primer cuatrimestre de año 2020, en los que abordó mediante entrevistas 18 casos de compañías manufactureras pertenecientes al otrora robusto parque industrial de Carabobo, algunas con entrevistados empresariales, otras con dirigentes sindicales, y solo dos en donde coinciden ambos actores.

El 100% de los casos estudiados redujo su producción de manufacturas, 13 aún están operativas y tres sin manufacturar, en cero producción y orientadas a importar bienes terminados y distribuir, y dos cerradas indefinidamente, todas las de estos últimos segmentos son transnacionales.  De las que continúan operativas, apenas hay una con un 40% de uso de su capacidad instalada, le sigue otra con 25%, y  la mayoría está entre cinco y 15%, y todas con tendencia a la baja.

Con la llegada de la cuarentena por la pandemia de COVID-19, se redujeron aún más los registros de producción recopilados, con todas las implicaciones laborales. “De todas maneras las expectativas económicas que se avizoraban antes de la pandemia, eran cercanas a lo ocurrido en los últimos tres años: un -15% del PIB, que parece será un poco más al evaluarse los efectos”.

La mayor parte las industrias de la entidad carabobeña son fábricas de bienes de consumo de personas y familias, y muy poco de bienes de capital. En el grupo analizado, se tiene 16 de las primeras y dos de las segundas.

La investigación evidencia que mediante decretos y mecanismos de excepción, el Ejecutivo llevó a cabo modificaciones de fondo del sistema económico, lo que ha dado lugar  a un país con orientación extractivista, que significa más dependencia de explotaciones primarias, más minero y más importador en consumo y necesidades de bienes de capital.

“Hay críticas al extractivismo por ir contracorriente de la orientación industrialista, por tanto contribuyendo acentuar la desindustrialización que venía en camino y se aceleró en el período 2013-2020. La expresión más regresiva  de esta política se observa en el fomento y existencia del “Arco Minero del Orinoco”, que ha dado lugar a una notable depredación de una parte del territorio nacional, de mayor tamaño de muchos países, por ejemplo de Cuba, de Corea del Sur”, señaló.

Algunos elementos adicionales que, según Lucena, contribuyeron al cierre masivo de industrias manufactureras en Carabobo son: la estatización de las empresas productoras de derivados petroleros, petroquímica básica, del hierro, acero y aluminio, el control de cambio, la militarización de actividades productivas y en ámbitos de tradición civil, la hiperinflación, entre otros.

El proyecto titulado “Desindustrialización y Relaciones de Trabajo” contó con la cooperación de empresas y sindicatos, con quiénes se han realizado eventos para la presentación de los resultados. Además, en el equipo de trabajo participaron también otros investigadores de la UC y de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

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