La consciencia, administrada por nuestro cerebro, es el estado mediante el cual estamos en contacto con nuestro mundo interior, el exterior, y sus variedades. Mediante el contacto de consciencia, podemos pensar, sentir, actualizarnos y controlar nuestra vida. Sin consciencia no existimos como lo que somos.

Se ha dicho que “nuestra consciencia es al mismo tiempo una acusada, testigo, fiscal y juez”. Pero esto es poco porque la consciencia es el elemento funcional, físico y psíquico más poderoso del cerebro humano.

A diario, la mayoría de población mundial despierta temprano y se reencuentra con su consciencia, ese activo “puente” íntimo de actividad mental, al que sólo tiene “acceso y utilización” (privada, íntima) cada persona.

Con cada nuevo sano despertar consciente, sentimos la experiencia del existir, del vivir, de conocer. Desde los primeros segundos despiertos podremos tomar gradual consciencia de dónde estamos (en tiempo, espacio y situaciones).

Nos ubicamos en un primer instante que es esencial para nuestra orientación; y relevante por lo que vendrá después: ¿Qué haremos? ¿Cómo nos iniciamos? ¿Cuáles son los proyectos del día? ¿Qué descubrimos?

Al salir de cada sueño (o siesta) hacemos actualización de la consciencia. Algo parecido a lo que ocurre con nuestra computadora, o el celular, al encenderlos. Si es usted una persona proactiva, iniciadora, confiada, optimista, entonces sus ideas “saltarán”, como el aceite sobre una plancha caliente. Tomará decisiones bien pensadas, revisará, y asumirá conductas y riesgos…

Cuando nuestra consciencia nos ubica en presente, en ‘ahora’ o en ‘recuerdos’, si es rápida y madura, nos sentimos confiados; nos ubicamos muy rápido, ya, con un bajo desgaste psíquico. Algo beneficioso será que, rápido, sentimos que somos alguien: ¡Que somos confiados y capaces! ¡Que estamos listos!

¡Está bien así, porque habremos tomado control desde los primeros segundos de cada nuevo día! En corto tiempo y con mentalidad despejada, accederemos a las primeras valoraciones de cómo emplear mejor el tiempo del resto del día. ¡Bajo control de la consciencia, revisamos y rectificamos!

Cada amanecer podría significarle un heroico despertar de consciencia: Usted rebosa en vigor por un feliz amanecer y tiene clara visión del día iniciado. Pero, para otras personas, inestables, de consciencia no bien integrada, la vivencia de cada despertar diario variará en sus magnitudes; puede ser muy diferente. ¡Las secuelas serán otras!

No en todas las personas, ni todos los días, ocurren a plenitud estos instantes plenos y estables del reencuentro obligado con la conciencia.

Son diferentes los grados de vigilias o somnolencia al despertarnos. Apartemos a quienes despertarán cerca del mediodía, o al inicio de la tarde, quizás por sus actividades laborales poco usuales. Para estas personas, al salir de sus sueños pesados, y estar en plenitud de consciencia, se actualizará otro capítulo del pacto con la vida: ¡Exclamamos de nuevo que, vale la pena vivir!

Al regresar al mundo de las cosas, de las casas, de calles y plazas, de diversos ambientes de bienestar parémonos a ver la gente que ahora saluda. Miraremos con auténtico agrado, como el que beneficia a la consciencia; así declararemos inaugurado brillantes nuevos momentos del día, en cada instante que despierta nuestra consciencia. ¡Sabemos cómo opera la consciencia!

¡Los comentarios que acabamos de transcribirles pueden ser una total realidad, cuando decidimos el buen inicio de un buen día, de cualquier día!

“Depende dónde vivamos, o a menos que sea un mal chiste”, nos respondieron personas con quienes sosteníamos amistosa conversación, en el diciembre del año 2019. “No es un mal chiste amigos: Vale para cualquier día, en cualquier lugar donde nos encontremos” –fue la respuesta–.

Por supuesto aclaramos, la consciencia no es ente psicológico “vacío”, aislado del mundo y las personas. La consciencia recibe aportes muy variados de las experiencias que acumulamos en nuestro cerebro: Las emociones, recuerdos, sentimientos, conocimientos, y más, permanecen “acumulados” en el cerebro, en nuestra consciencia, para aparecerse en la ocasión que ésta se encuentre activa (“despierta”).

¡La conciencia no es algo sólido ni rígido e inalterable! Es un ente psíquico vivo y en permanente cambio. Resulta válido afirmar que somos muy parecidos a nuestra consciencia, ya que hemos ido construyéndola desde temprana edad, y se ha convertido en la “voz” interior nuestra, que se mete en todo. Si sabemos que la consciencia es así, podremos manejarla más razonablemente.

Sabemos que nuestra consciencia la moldean muchos (millares) de eventos y cosas. Sabemos que la elaboramos con las influencias culturales en los lugares donde vivimos y las influencias educativas.

Hasta las pequeñas acciones de cada hora, día y segundo, hacen o deshacen constantemente la consciencia. Y Thomas De Kempis (1380-1471) un teólogo alemán, señaló que:Fácilmente estará contento y sosegado aquél que, de verdad, tenga su consciencia limpia. ¿Cómo está usted?

 

Hernani Zambrano Giménez, PhD.

hernaniyo@outlook.com




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