Distopía económica: la incompatibilidad con el bienestar

“Somos una nación de Pilatos,  porque echamos la culpa de nuestros males a un vago personaje. Asumamos con valor nuestra responsabilidad, cada uno de nosotros ha sentido en su interior el podrido fondo de tendencias disolventes que hay en el corazón de este pueblo.”

Frase de la obra Reinaldo Solar de Don Rómulo Gallegos.

Venezuela exhibe cifras incompatibles con la racionalidad económica, padece de una aguda contracción del Producto Interior Bruto, una hecatombe en materia de caos de todos los ámbitos del espectro económico y el desarrollo de una larga hiperinflación cuyas causas más que técnicas, obedecen a la tozuda manía de imponer un orden con los aspectos fundamentales de la economía. Parece ya una jaculatoria repetir que las causas de la antigualla hiperinflacionaria subyacen en la idea perversa de financiar el déficit fiscal por la vía de la expansión del poder de generación de base monetaria de parte del Banco Central de Venezuela, institución a la cual se le extirparon sus cualidades de independencia y autonomía, que son su razón de ser.

Así pues, del millardito de dólares, pasamos a la eliminación de ceros a la moneda, el financiamiento de gasto público y la manipulación perversa de las cuantías de ceros a la moneda, jamás en la historia económica de un país su propio Banco Central, se habría encargado de producir este desaguisado en materia económica, eso del equilibrio fiscal nunca fue capaz de realizarse por parte del chavismo, pues la planificación centralizada heredada en la década de Giordani, no permitía tal aproximación a los equilibrios que embridan orden, estabilidad y por ende neguentropia; por el contrario, estos equilibrios distorsionados generarían a la postre inestabilidades, y el caldo de cultivo para esta trampa en el desarrollo histórico y social de toda una nación, que sencillamente fracasaría de manera estrepitosa con el guarismo de seis millones de migrantes y más de 95% de pobreza, cifras que hacen que sea el propio país una suerte de mal padre, que abjura de sus hijos y los expele hacia el extrañamiento y la diáspora, la distopía de la realidad económica coloca a Venezuela en una encrucijada en la cual las únicas alternativas son adaptarse y desconocer la realidad económica, buscando vías nada plausibles de subsistencia desde la eticidad, o escapar.

La distopía ahora se intenta mimetizar de corporativismo, de capitalismo clientelar, de horrida colusión con el mal; una sociedad cruzada de manera transversal por la gansterilidad en el poder es sencillamente incapaz de reconocer lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, lo estéticamente bello de la lógica del horror y de la fealdad, no contamos con pulso democrático para la coexistencia con el bienestar así como con el sentido elemental de estabilidad, en tal sentido, haciéndonos pobres desde la materialidad, les fue muy fácil empobrecer el lenguaje y posteriormente lograr que el espíritu se hiciera débil.

Esta dura realidad escapa del mero diagnóstico economicista, pues la coexistencia de una población con 95% de pobreza y 76,6% de miseria conviviendo con la dinámica de los casinos, bodegones y centros de compra, dan cuenta de que el chavismo es una entelequia socialista que terminó replicando las mismas falencias y extravíos que le sirvieron de bandera para secuestrar el poder, en efecto, el chavismo encontró una vía para la transición en materia económica, esta vía se encuentra en la posibilidad del chavismo para convertirseampliamente y sin ambages en un modelo corporativo de capitalismo clientelar y fascistoide,

Como corolario, la distopía económica es la demostración palmaria de que la utopía socialista es incompatible con la vida, teóricamente y en el terreno fáctico, toda revolución produce hambruna y esta no será la excepción, este daño lo recuperaremos en 33 años con un crecimiento del cinco por ciento, cada año del madurismo suponen cuatro años de recuperación a esa tasa de crecimiento económico que es muy difícil de mantener, en fin, el país nos excreta, nos desecha y se queda cada vez más solo y más desesperado.

“Este mal es incurable. Está en la sangre. Somos incapaces de la obra paciente y silenciosa. Queremos hacerlo todo de un golpe; por eso nos seduce la forma violenta de la revolución armada.”

Frase de la obra Reinaldo Solar de Don Rómulo Gallegos

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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