La humanidad experimenta momentos bastante complicados y de no asumir cambios a corto y mediano plazo, el futuro será bastante catastrófico, como lo vaticinan algunos científicos, que visualizan un inevitable “hundimiento social” si no cambiamos nuestras formas de pensar, vivir einteractuar con los demás. Es que la idea de competición generalizada impuesta por el neoliberalismo ha creado seres egoístas, presumidos y extremadamente verticales, a los que les resulta complicado voltear a mirar las necesidades de vecinos, compañeros de trabajo, familiares, mucho menos, de aquellos que les resultan extraños.
Sin embargo, esos panoramas apocalípticos pueden contrarrestarse. El investigador francés Pablo Servigneadelanta que la única manera de sobrevivir al presente siglo será la ayuda mutua y, quienes no cooperen, serán los primeros en morir. Estas proyecciones no son nada exageradas en un mundo con crisis ecológica, migratoria, energética, económica y, donde las instituciones que direccionan a la sociedad cada día son más ineficientes, castradoras, agresoras y desde hace muchísimo tiempo dejaron de velar por las necesidades de la población, razón por la que estaríamos ante un inevitable colapso total de la civilización.
El camino para desdibujar este panorama recae nuevamente en la educación. Pero no el desactualizado modelo conductista que pretendió seres obedientes, alienados y patriarcales. Se hace urgente romper esas estructuras de poder, entrar en un nuevo estado de consciencia que nos permita reconocer al estudiante como un par, al que debemos invitar a navegar en el mar de la reflexividad, criticidad, creatividad y respeto a la diversidad en todos sus sentidos. De esta manera, reconocerá la relevancia de profundizar en valores como la solidaridad, demostrando así que la naturaleza humana no es la maldad, sino que el hombre se corrompe en el camino.
Lo hablábamos hacedías en una clase enfocada en la “educación por competencias”, dictada por la profesora Marilin Durant al tren directivo de la Universidad Arturo Michelena. Los nuevos tiempos deben estar enfocados en la formación del ser, personas que reconozcan la importancia de interactuar con idoneidad. Estudiantes formados para socializar con integridad, jóvenes intersubjetivos, que comprendan al otro a pesar de las diferencias y que sean capaces de resolver problemas dentro de su entorno inmediato. El gran reto del docente en estos tiempos convulsos es educar para el amor, educar para la empatía, educar para la incertidumbre.
De esta manera estaremos frente a seres autónomos, capaces de tomar las decisiones acertadas en medio del caos. Jóvenes que piensen críticamente y asuman responsablemente su existencia, su rol en el mundo. Un ser humano que asuma su proyecto de vida conscientemente, que se sienta capaz de cooperar, comunicar, construir, transferir y aplicar conocimiento para hacer el bien.
Pareciera difícil en estos tiempos, caracterizados por millones de muchachospensando qué publicar en Tik Tok. He aquí el gran reto de la educación: empoderarlos para que asumansu realidad social. Para ello, el docente debe interpelarse, no creerse dueño de la verdad, crear espacios abiertos en los cuales se respire libertad, confianza y compromiso. Un docente capaz de contactar con lo salvaje, la naturaleza, el ser colectivo, el compartir con los otros, comprender lo que me resulte extraño, exótico. Un docente capaz de romper con el paradigma católico-céntrico tan presente en las sociedades latinoamericanas. Solo bajo esos esquemas de respeto y entendimiento, podemos re-construir un mundo empático y evitar los colapsos generales que se vienen alertando desde distintos escenarios.
