Hay mucho que especular y donde reflexionar. Me refiero a nuestros errados cálculos, o para personalizarlo aún más, a mis equivocadas apreciaciones sobre la fortaleza y el miedo que está inmerso en los resquicios del régimen de Nicolás Maduro.

Estos erraron en las estimaciones del daño que le produjera el golpe fatal en el nido del chavismo que debilitó su supuesta columna de acero, que los llevó a una falla catastrófica y que hizo sucumbir parte de su estructura. Se vendrá abajo como las Torres Gemelas de la ciudad de New York. Basta con echarle un vistazo a la decisión del régimen quien, a través de sus adláteres del Consejo Nacional Electoral, tuvieron la temeridad de imponer que a recolección de firmas se llevará a cabo del miércoles 26 de enero de 6:00 a.m. a 6:00 p.m. en mil doscientos centros electorales solamente, con validación de máquinas de votación y punto.

También, que Diosdado Cabello, el mismo que resultó revolcado en Barinas con Arreaza echado al hombro en una jugarreta política intestina de baja estofa para achicharrarlo, trate ahora de sacudirse la derrota del fatal 9 de enero recurriendo a la amenaza velada de que va a recurrir al CNE a pedir que le entreguen las listas que contienen los nombres de quienes firmaron convocando al referéndum revocatorio. Como Saturno, este sujeto tratará de comerse uno a uno a sus hijos por miedo a que lo destronen como rey de los dioses…

Pienso que la decisión de decapitar el referéndum revocatorio fue pensada serenamente —pero desmedidamente pesimista— como si ellos no tuvieran ninguna oportunidad de escapar de la guillotina del voto. De allí la razón de la interrupción prematura del embarazo antes de que el feto pudiera sobrevivir fuera del útero. Acábalo, mátalo antes de que crezca.  Definitivamente, el miedo es un mecanismo de supervivencia y de defensa surgido para responder ante situaciones adversas con rapidez, aunque no siempre con eficacia.

El síndrome de la derrota de Barinas tiene unas consecuencias políticas que los hace ahora mucho más atrevidos. Más pendencieros ante la posibilidad de exponerse a cualquier medición electoral. Tanto es así, que amenazan y toman una medida que imposibilita el proceso del RR pasando por encima de la posibilidad de que la oposición se viera en la dificultad de recoger los más de cuatro millones de firmas correspondientes al 20 % establecido en el artículo 72 de la Constitución venezolana.

Despreciando la opción de que si la oposición lograba conseguir ese número de firmas, sencillamente el régimen pediría su anulación a través de cualquier tribunal de aldea tal y como lo hicieron en ocasiones pasadas.

Es necesario dejar claro que es evidente que más del 80 % de nuestros compatriotas estarían del lado de la oposición con tal de salir de Nicolás Maduro, pero resulta que esta oposición no tiene la organización, la dirección política, el discurso coherente, la unidad necesaria, la sinergia para actuar conjuntamente, ni el personal instruido para recoger la cosecha. Eso el chavismo lo obvió.

Como conclusión, esta situación es probable que se repita del mismo modo en las elecciones presidenciales previstas para el año 2024, pero hay algunas diferencias que harán más ventajosas las condiciones de las fuerzas democráticas para enfrentar de manera exitosa a los fulleros. Se dispondrá del tiempo necesario para hacer los correctivos y los cambios que pide la sociedad. Hay mucho por hacer, mucho camino por delante. No cabe aquello de qué vamos hacer si no asistimos al RR… Por ejemplo, escoger con antelación el candidato presidencial para las presidenciales del 2024 a través de elecciones primarias abiertas, es una de tantas. Son muchas las cosas por acomodar y reacomodar…

garciamarvez@gmail.com




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