La Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, designada por las Naciones Unidas,expusorecientemente en Ginebra, Suiza, su tercer informe. La Misión fue creada en 2019, presentó su primer informe en septiembre de 2020 y el segundo en septiembre de 2021. Las conclusiones de un extracto del texto traducido al castellano muestran un panorama del país en cuanto a derechos humanos que, si bien no difiere mucho de la barbarie que se documentó en los dos años anteriores, trae como agregado la afirmación de que las torturas, las detenciones arbitrarias, los secuestros y la represión en general no son hechos aislados ni tampoco son la exclusiva responsabilidad de los jefes del DGCIM y el SEBIN, los organismos señalados como ejecutores directos de los actos criminales, sino que vienen como órdenes de los niveles más altos del gobierno, incluyendo por supuesto la presidencia del régimen, y forman parte de un plan diseñado –como política de Estado- para amedrentar y silenciar a la oposición: una de las varias estrategias del chavismo para mantenerse en el poder.

El informe tiene 122 páginas y se basa en 471 entrevistas realizadas por los integrantes de la Misión a gente que ha sido encarcelada y torturada, a sus familiares, a testigos directos y a ex funcionarios de organismos de seguridad.Las entrevistas fueron realizadas tanto en persona como a distancia, y se analizaron expedientes judiciales y documentos relacionados. La Misión no tiene permitido el acceso al territorio venezolano desde 2019, por lo que tuvo que limitar sus visitas a áreas cercanas a las fronteras con el país.Algunos fragmentos de las conclusiones dan una idea del asunto:

“La situación de los derechos humanos en la República Bolivariana de Venezuela sigue siendo grave. El país ha soportado, durante una década, una espiral de crisis humanitaria, social, económica y de derechos humanos, acompañada por un colapso de las instituciones del Estado”.

“Las investigaciones de la Misión demuestran, con motivos razonables para creer, que varias personas que ocuparon y ocupan cargos en las jerarquías de la DGCIM y el SEBIN cometieron violaciones de derechos humanos y delitos, constitutivos de crímenes de lesa humanidad, incluyendo actos de tortura de extrema gravedad, como parte de un plan diseñado por autoridades de alto nivel para reprimir a los opositores al Gobierno”

El informe 2022 también se ocupa de la situación en la región de Guayana: “El análisis de la Misión sobre la situación en el Arco Minero y otras zonas mineras del estado de Bolívar da cuenta, además, de cómo las violaciones de derechos humanos y los delitos se extienden por zonas remotas del país, en un contexto marcado por la criminalidad generalizada, la impunidad y la falta de gobernabilidad”.

Hace dos años escribí un artículo sobre el primer informe de la Misión. En esa oportunidad decía que el régimen negaría todo –como de hecho lo hizo- y que seguiría con sus malas artes, quizás con un poco de discreción (como también siguió haciendo, sin mucha discreción). También anoté que la comunidad internacional se leería el informe con mucho interés antes de agregarlo a su lista de preocupaciones.

Hace un año escribí otro artículo, esta vez sobre el segundo informe de la Misión, en el cual dije que lo que más llamaba la atención era que el régimen no había movido un dedo, ni de verdad ni en apariencia, para modificar su conducta y seguir alguna de las recomendaciones –humanitarias, por llamarlas de alguna forma- que le dio la misión hacía un año (en 2020).

Esta vez toca escribir sobre el mismo tema, no solo por la magnitud de la denuncia y su continuidad en el tiempo, sino por la evidencia de que la crueldad que se evidencia con la lista explícita de torturas y la violencia que se ha ejercido contra ciudadanos civiles y militares por oponerse al régimen forman parte del concepto de gobierno que tiene –y siempre tuvo- el chavismo. Un concepto que no es nuevo ni es autóctono (el informe menciona la participación de asesores cubanos en buena parte del tinglado) y que no cambiará mientras manden los rojos. Como en anteriores ocasiones, la comunidad internacional leerá “con interés” lo que reporta la Misión y todo seguirá como antes.




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