Buena parte de las familias que tienen en sus casas bombonas de 43 kilos, sienten como que cometieron un gran delito al comprarlas de ese tamaño, porque en la mayoría de los casos, ahora no pueden recibir ese servicio.
Desde las primeras horas de la mañana, en los alrededores de las plantas de llenado comienzan a concentrarse camiones cargados con cilindros pequeños de 10 kilos. Por ser el de mayor demanda, este servicio es el que está siendo atendido.
Los clientes de bombonas grandes están atados de manos, pues al parecer las empresas prohibieron que las lleven a las plantas, para cambiarlas por unas llenas, debido al riesgo que se corre en el traslado en carros particulares.
La única opción que les dan es que esperen al camión con los pedidos. No obstante en la mayoría de los casos pasan más de 10 meses y el pedido nunca es llevado.
Las familias que usan cilindros grandes por lo general son numerosas, lo que da una idea de que no es solo una o dos personas las que están padeciendo por la falta del servicio.
La visita constante del cliente a la empresa no es garantía de que le lleven el producto, porque la respuesta siempre es la misma. Tiene que esperar el pedido en su casa.
Las canas de Brígida de Duarte no le han servido de mucho para que le lleven su gas. Según dijo, el pedido lo hizo en febrero y todavía no se lo han llevado.
“Cada vez que vengo me vuelven a anotar y me piden el número de cliente, pero nada”.
Carlos Buitriago tiene una bombona de 43 kilos, pero usa una de 10 que le prestó un hijo mientras tanto, y ya cumplió seis meses con ella.
En las cercanías de la planta de llenado de la zona industrial El Recreo, se instalan desde bien temprano un grupo de jóvenes que revenden las bombonas pequeñas. Aunque no fue fácil sacarle la información, uno que otro atinó a decir que las compran en 200 y las venden en dos mil porque ellos son quienes tienen los contactos dentro de la planta. Los clientes solo tienen que llevar los cilindros vacíos.
