¡Es la economía estúpido!

James Carville

La frase ¡Es la economía!, se hizo célebre en el marco de la contienda electoral de los Estados Unidos de Norteamérica, que enfrentaba a un confiado George W Bush Padre con el candidato Bill Clinton, este último resultaría ganador de la silla presidencial de la primera potencia del planeta, al enfocarse no en temas de carácter internacional o de seguridad de Estado, sino en temas de cotidianidad en la economía por ejemplo así bajo la asesoría de Jemes Carville se enfocaría en tres puntos: Cambio vs más de lo mismo, la economía, estúpido y no olvidar el sistema de salud, de todos los vértices de la campaña el que se refería a los temas económicos sería el neurálgico y encontraría el agrado de los electores quienes se sintieron identificados con los temas de la vida diaria y en particular con los de índole económica.

La frase se ha adherido al mundo entero y sirve para poner de relieve, la importancia de los temas de la economía, así como la complejidad de su tratamiento pues de la inobservancia de los mismos las sociedades ven diluir la idea de bienestar colectivo, bien común y eficiencia, en esta columna quiero poner de relieve que la recuperación económica es incuestionable, pero es menester analizar su sostenibilidad en el tiempo, su solidez y el grado de confianza que la misma comienza a manifestar frente a las amenazas relativas al repunte de la inflación, la absoluta falta de equilibrios de correlación y coherencia entre los objetivos de la política monetaria y fiscal y desde luego la necesaria vinculación con la estabilidad de los precios.

Hasta ahora coincidimos con los datos suministrados por la Comisión económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las cuales dan cuenta de un repunte del 5% en el crecimiento económico para Venezuela, pero sin caer en triunfalismos y menos en reduccionismos que nos lleven a asumir que el país se arregló, pues somos infinitamente más pobres y pequeños que en 2013, la contracción extraoficial del PIB es superior al 75% y estamos aún afectados por una de las más largas hiperinflaciones del planeta, desde luego que con semejantes males luce imposible poder afirmar que nos arreglamos, asumiendo de manera baladí que la economía no obedece a patrones científicos y axiológicos que sustentan las cadenas de causación de las ramas inherentes a la macroeconomía aplicada.

El Banco Central de Venezuela incurre en una política de intervención absolutamente errada, costosa y por demás insostenible, es menester explicarle al lector él porqué se califica de costosa u onerosa la praxis de intervenir en las mesas de dinero desde el BCV para infravalorar el tipo de cambio, ya que el órgano emisor ha decido aceptar una disyuntiva o “trade off”, entre inflación y deslizamiento del tipo de cambio, es decir ha aceptado más inflación deslizando de manera onerosa el objetivo operativo del tipo de cambio a fin de lograr estabilidad en la cotización de la divisa, sin embargo este aventura de la intervención directa que no se encuentra definida dentro de las competencias de operaciones del mercado, nos ha costado 2.335 millones de dólares, para el I semestre de 2022, cifra que supera en 35,5% el valor de todas las intervenciones ocurridas durante 2021, las intervenciones no son en lo absoluto operaciones del mercado, para controlar los objetivos intermedios de la liquidez, son acciones puntuales que toman los Bancos Centrales en momentos determinados, pero jamás se pueden convertir en la norma, pues si se evalúa a la luz de la contención del tipo de cambio; la semana pasada con solo tres días hábiles se inyectaron al sistema financiero cien millones de dólares y la contención de la paridad del dólar solo se contrajo en 0,34%, para retomar a finales del viernes 9 de julio la misma conducta alcista, la razón parece ya una verdad de Perogrullo y la misma subyace en el financiamiento desde la Base Monetaria que realiza el BCV hacia PDVSA, la cual en términos relativos ha descendido del 70% hasta un 24%, pero en términos absolutos hablamos de 22 mil millones de dólares, este financiamiento desciende en términos del grado de sensibilidad o aceptación que demuestre el BCV, frente a la inflación pero claramente se advierte que a mayor deslizamiento disminuye el financiamiento hacia Petróleos de Venezuela, encontrando entonces el óbice del problema la sostenibilidad de este financiamiento, ¿Pues conviene determinar hasta dónde le resultaría rentable y útil al emisor continuar con esta praxis?. Desde luego el ciclo favorable de los precios del petróleo le confieren un radio de acción al régimen para continuar con esta falla de fondo, pero la amenaza de un repunte de alta inflación sigue estando latente.

La correlación negativa entre tipo de cambio y financiamiento desde la base monetaria, comienza a abrir una suerte de boca de cocodrilo o efecto K, entre ambas variables con lo cual la sostenibilidad de continuar con el financiamiento hacia la estatal pone en juego la posible eficacia que se pueda obtener de una práctica que debe y tiene que ser puntual, como lo es la intervención constante en las mesas de cambio, pues toda la desigual recuperación quedaría desmontada al presentar los verdaderos efectos de un equilibrio del tipo de cambio, para una economía que importa absolutamente todo y acota la recuperación desigual hacia el sector terciario en detrimento de la manufactura y la industria, al mantener infravalorado el precio del dólar, se fomenta la importación por encima de la producción nacional y se desploman en caída libre la industria, la construcción y la manufactura, dejando a la vista las iniquidades de la recuperación.

En cualquier curso de economía del bienestar o de política fiscal, lo primero que se enseña y se aprende, es que el bienestar no es óptimo sí un sector crece en detrimento de otro, es un concepto que pone en entredicho a los aportes pigouvianos y los de los equilibrios de Pareto, entonces si el bienestar no es óptimo es decir el bienestar de una minoría descansa en las penurias de las mayorías lejos estamos de un equilibrio racional y estable desde el punto de vista dinámico y esta es una máxima incontrovertible del bienestar.

En suma, ya explicado porque la praxis de intervenir el mercado financiero, desde el BCV resulta absolutamente costosa u onerosa su inviabilidad reside en el carácter cortoplacista de la misma, pues si bien se cuenta con una externalidad positiva como los altos precios del petróleo, es menester determinar hasta qué punto se contaría con dicha externalidad y sobre todo ¿Cómo se sostiene la praxis de financiar a PDVSA, en un ciclo de altos precios de petróleo?: La inviabilidad se deriva de la iniquidad observada en la lógica de favorecer una falsa recuperación que sólo gotea al sector terciario menos del 10% de la población, en detrimento del crecimiento de la manufactura, la industria y la construcción, a la fecha de la publicación de esta columna aun el Banco Central de Venezuela no publica la inflación de junio, con lo cual la política de opacidad se mantiene, ya el Observatorio Venezolano de Finanzas, ofreció las cifras de la inflación del mes pasado un contundente 14,5%, que lleva el valor de la inflación anualizada hasta 172% y una inflación acumulada del 53%.

Las conductas de las canastas alimenticias ofrecen datos crudos de la inviabilidad para comer, la FAO, agencia adscrita a la ONU para liderar el esfuerzo mundial que ponga fin al hambre, reporta que Venezuela es el segundo país de América Latina con mayor prevalencia de hambre en el siguiente orden de hambruna:

  • Haití (47,2% prevalencia de hambre)

  • Venezuela (22,9% de prevalencia de hambre)

  • Nicaragua (18,6% de prevalencia de hambre)

  • Guatemala (16% prevalencia de hambre)

  • Ecuador (15,4% prevalencia de hambre)

  • Honduras (15,8% prevalencia de hambre).

Entonces la conclusión señores se reduce a la exclamación ¡Es la economía!, asignatura reprobada por todos los regímenes de corte totalitario o en medio de una entropía institucional, que pone en riesgo la gobernabilidad- caso Ecuador-, la economía decía Aristóteles más que una ciencia es un arte para la vida y desde luego, se puede pintarrajear para que produzca un efecto estético, que insufle confianza, pero sí los temas de la economía no se toman como ciertos y sus leyes, cadenas de causación y equilibrios de sostenibilidad no se comportan de manera coordinada y correlacionada, llegaremos a frases huecas como la de “Venezuela se está arreglando”, insisto es impensable recuperarnos en medio de una Emergencia Humanitaria Compleja, sin servicios públicos, sin Estado de Derecho e instituciones sólidas, que generan confianza y solidez en el contrato social.

Finalmente, explicados los soportes que llevan a calificar de insostenibles a la política monetaria y fiscal, concluyo manifestando que aún y cuando la cesta básica de subsistencia se contraiga en uno o dos dólares, la renta fija del venezolano y en particular de la defenestrada tercera edad, es de menos de 24 dólares y evidencia un cuadro cruel de hambre y escasez que es reflejado por la ONU a través de la FAO, un pensionado requiere 17 salarios mínimos más el bono alimentario para poder comer, en otra medida lo devengado por un anciano jubilado o por un trabajador sólo le permiten adquirir el 6% de los requerimientos para vivir. ¡Entonces es la economía! y quien no lo quiera ver así esta obnubilado o estupidizado.

En medio de la hambruna no hay recuperación, así de simple y de doloroso, con iniquidades no hay bienestar y menos virtud pues la recuperación de unos pocos se solapa en el sufrimiento de muchos, parece que el chavismo desde luego mutó en estos contornos Kafkianos y asumió su rol aporafóbico, desconociendo el discurso resentido y preñado de una incendiaria consigna de igualdad, pues nos hizo abiertamente desiguales e injustos como sociedad, ese criterio benthamista repetido por Bolívar e instrumentalizado políticamente por Chávez de la mayor suma de bienestar es la perfección del gobierno, ahora les hace lucir el verdadero fin de estos largos veintitrés años, ese fin no es otro que la dominación y la obediencia de las mayorías.

La estupidez insiste siempre”

La Peste Albert Camus.




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