El suplicio por agua en San Diego no termina. Los vecinos de las comunidades del sur empiezan a padecer con mayor frecuencia la intermitencia del servicio que afecta a más de 30 mil habitantes del municipio.
La única opción es caminar todos los días con botellones vacíos hacia las tomas de agua más cercanas, tal y como hace Rosmely Salazar desde Colinas de Los Jarales hasta una construccion cercana que puso a disposición un grifo del que se sirven residentes de Los Magallanes, Campo Solo y la Ciudadela Valencey. “El agua por tubería nos llega una vez a la semana, pero está no vez no llegó”.
Juan Lora desde hace más de tres años hace el recorrido. Lo que más le agota del trayecto es tener que hacerlo varias veces porque su familia requiere de varios botellones al día y no tiene vehículo para trasladarlos. “No nos queda de otra. Muchos tenemos que hacer varios viajes con nuestros perolitos. Yo los cargo cada mañana, de uno en uno”.
Al igual que Juan, Velma Quintero se siente agotada. Cree que es injusto que a su avanzada edad, y en delicada condición de salud, tenga que estar haciendo una cola bajo un sol inclemente que apenas logra esquivar con una sombrilla. “He tenido dos ACV y sufro de hipertensión. Pero aquí estoy porque mi hija acaba de dar a luz y la bebé necesita su agua limpia”.
Velma no confía en el inconstante chorrito que a veces sale por el grifo de su casa, al punto que prefiere bañarse con el agua de lluvia recolectada en un pipote. “Para colmo las pocas ocasiones que llega por tubería está sucia y huele mal”.
Rosmely considera que ese líquido putrefacto sólo sirve para bajar el inodoro. El suplicio es cada vez más constante: “Necesitamos agua para tomar, cocinar y asearnos pero la que nos llega no es apta para el consumo”.
Problemas acumulados
Para los afectados es difícil tener que lidiar con la escasez del vital líquido, al tiempo que se agudizan las problemáticas en otros servicios públicos.
Aunque Juan siente el peso abrumador de tantas precariedades sobre sus hombros, desde hace tiempo intenta no desesperar de impotencia ante la ineficiencia de las autoridades. “Todos los problemas se acumulan y nadie dice nada. Nadie ayuda. Sólo cuando es tiempo de campañas políticas vienen a decirnos cuatro palabritas para intentar calmarnos, pero nada se resuelve”.
Entretanto Rosmely se pregunta cómo asumir las medidas preventivas ante la COVID-19 en medio de tantas carencias. “No sólo es no tener agua, es tener que venir y exponer nuestra salud y la de nuestros familiares en esta cola”.
Aunque sus llamados han sido ignorados en varias ocasiones, los vecinos de las comunidades del sur de San Diego insistieron a las autoridades que sean atendidos sus reclamos, con la esperanza de de este 2021 los problemas de servicios básicos se resuelvan. “Ya que comenzó un año nuevo, que las autoridades se aboquen”.
