Cualquier analista histórico político que estudie a Venezuela, especialmente desde la llegada al poder del difunto teniente coronel Hugo Chávez, debe reconocer que estamos en presencia de uno de los casos de mayor pérdida de capital político popular de los últimos tiempos. La llamada revolución, mutada ala propuesta tropical de socialismo del siglo XXI ,ha sido una gran estafa a la Nación,perpetrada precisamente cuando se dispuso de los mayores ingresos por concepto de renta petrolera.

Luego de los mil y un desafueros en el poder que envilecieron el ejercicio de la función pública produciendo la tragedia que enfrenta la existencia diaria del común del venezolano, después del uso de la Fuerza Armada como contingente partidista, con su degeneración en prácticas de opresión y persecución a través de componentes, tribunales y fiscales militares con el objeto de preservar el poder de una élite corrupta,no podía menos que emerger un gran repudio en el Pueblo, exacerbado por la violación a ultranza y sin medida de la misma Constitución Nacional y el desprecio por la institucionalidad y reglas de la democracia.

Y es que los últimos capítulos de estos terribles tiempos han estado signados por el desprecio a la voluntad de las mayoríasmediante la utilización de aberrantes muestras de abuso de poder y utilización del aparato del Estado para cerrar las puertas al cambio que anhela el país y por el que estamos movilizados la inmensa mayoría de los venezolanos.

La designación de magistrados del Tribunal Supremo sin cumplir con las exigencias de Ley, en la que un diputado votaría por él mismo en uno de los episodios de mayor inmoralidad que se podrá escribir en la historia del poder judicial venezolano. El desconocimiento a la Asamblea Nacional a través de múltiples sentencias del ilegítimo tribunal de marras para neutralizar al poder legislativo, la defenestración de la representación del estado Amazonas para amputar la mayoría calificada de las dos terceras partes. Detenciones, arbitrarias, violación de derechos fundamentales, vidas ostentosas en el exterior de familiares de funcionarios corruptos que ha chupado con saña la sabia de la Patria.

Suspensión de procesos electorales en evasión del juicio del sufragio. El aborto provocado del referéndum revocatorio y finalmente la última gran farsa, la más descomunal, una Constituyente sin consultar al Pueblo. El asesinato de la Constitución misma por un grupo minoritario que pretende secuestrar al país. Todo para evitar contarse y no ser víctima del escrutinio popular.

Y es que ese parapeto mal convocado de la Constituyente fraudulenta, como fórmula de paz, no es más que una declaración de guerra al país, cuya primera victima que pretende cobrar es la propia Constitución, eliminando la posibilidad de resolver nuestras diferencias mediante la expresión de la voluntad de los ciudadanos, a quienes se pretende arrebatar el voto libre secreto y universal.

Mienten al decir que una nueva Constitución es necesaria para que haya alimentos, medicinas, seguridad ciudadana e ingresos suficientes sin inflación. Esta Constituyente es un  fraude a la patria, en el que ha caído el mismo Maduro, que será víctima de su propio lodazal, donde se hundirá sin remedio, por su torpeza, para ser solo un recuerdo oscuro en las páginas del devenir nacional.

El Régimen ha dado un paso en cuya firmeza no creen ni sus más cercanos colaboradores. No será doblegada así nada más la voluntad de toda la Nación por decisiones fraudulentas y derivaciones escatológicas del cauce institucional.

Venezuela no olvidará nunca este tiempo. A nuestros héroes, los nuevos libertadores, sobre todo a esos jóvenes caídos, ángeles que levantaron su vuelo desde una calle, carretera o autopista del país. Como tan poco olvidará sus opresores, quienes cierran toda puerta de civilidad y cordura, cegados por el efecto del mortal virus con el que el  poder absolutamente ejercido infestó sus obesos cuerpos.

El pueblo hoy delgado, con unos cuantos kilos menos en su cuerpo pero con toneladas de dignidad y coraje,encontrará cauces para sus anhelos de cambio. Y ellos, los opresores, perderán el poder, a donde nunca debieron llegar para mal de nuestro amado país.




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