«Que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes». Libro de Isaías (55, 6-9)

Vivir esta vida supone dejar el legado de un trabajo fructífero que es -con mucho- lo mejor, pues es lo más conveniente y digno para la mayoría.

Es bueno recordar lo comunicado por Cristo con la parábola del propietario que contrató jornaleros para la vendimia de su viña, ofreciendo un denario por la jornada a los que halló antes del amanecer; luego, a media mañana contrató a otros, e hizo lo mismo al mediodía, a media tarde y al caer el día. Al anochecer, dijo al capataz: -«Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.» En ese orden se pagó un denario a cada cual. Cuando llegaron los primeros, también recibieron un denario cada uno; entonces, protestaron contra el amo: -«Los últimos sólo trabajaron una hora y les pagaron igual que a nosotros, que hemos laborado todo el día». El amo dijo no ser injusto, pues convino pagarles un denario, (San Mateo 20,1-16).

Así quedó que los últimos sean los primeros y que los primeros sean los últimos, y que ambos recibirán igual paga.

En la tarea a cumplir para alcanzar el objetivo deseado, ha de convenirse que el reconocimiento a recibir puede que sea igual para un@s y otr@s, sin importar quién viene actuando desde hace tiempo ni quién lo hace desde hace poco: lo importante es lograr el propósito debido, pues es posible que el último acto sea el decisivo.

La mitología griega puede facilitar la admisión de la idea ofrecida: gracias al valeroso Teseo de Atenas, el último en entrar al laberinto de Creta, quien se enfrentó y acabó con el minotauro, salvó a l@s jóvenes que estaban en riesgo de morir y ser comid@s, sacándoles de allí gracias al uso ingenioso del ovillo de hilo de oro cuyo extremo ató a la puerta. Otros habían entrado sin lograr el éxito.

Cuando la tarea es seguir actuando sin parar, debe recordarse lo dicho por Sir Wiston Churchill en 1940 ante la Cámara de los Comunes del Reino Unido de Gran Bretaña al plantar cara al enemigo en razón de la extrema necesidad de lo que tocaba hacer: -«No puedo ofrecer otra cosa que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas», expresión que representó la determinación inflexible que debía regir en la nación deseosa de lo mejor, (que el malvado abandone su camino y sus planes), por lo cual tenía que unirse en pro del propósito victorioso, pues lo que se cernía en contra pedía una exigencia de la especie más dura y dolorosa (lucha, sufrimiento y sacrificio con toda la voluntad, fuerza y esperanza) por la libertad y el progreso, acabando con lo monstruoso y criminal.

De lo dicho por Churchill vale aclarar lo de la sangre, pues es posible sudar sangre, un fenómeno extraño y rarísimo llamado hematidrosis o hematohidrosis, que se produce cuando hay alteración de la coagulación sanguínea y rotura vascular subcutánea del aparato circulatorio cercano a las glándulas sudoríparas y/o en momentos de gran ansiedad, estrés y debilidad física, condiciones como las que se presentan actualmente en la nación venezolana.

Hay que andar como lo pide la vocación a la que se está convocado, esforzándose en mantener los vínculos de la unidad, como un solo cuerpo y un solo espíritu, con una sola esperanza, una fe, para trascender todo por medio de la valentía, del talento y la gracia que cada quien tiene, para el perfeccionamiento de la ejecución de la tarea individual y en equipo que cada cual ha de hacer, hasta llegar al final de la etapa donde empezarán otras rutas de plenitud en las que el futuro pregonará la obra de las manos y del intelecto: lo que se haga en el día a día actual.

Entonces, toda gestión exitosa pide valor, tenacidad e inteligencia, alineando al todo hasta lograrlo, lo cual ha de ser producto de la decisión de muchos (comprometerse e involucrarse) e implica más reflexión que emociones, más sentido común y menos egoísmo, grupalismo o partidismo, siendo un contundente mensaje de lo que es la valía y la fuerza de la unidad a los fines de derrotar a quienes hacen existir la adversidad nociva.

Sin esperar agradecimiento ni retribución diferente. La tenacidad es determinante,
ningún fruto se disfruta sin trabajo previo: por ende, no dejar de actuar en lo que corresponde ni permitir que los «enchufados» ni los aduladores ni la falta de disposición y el desánimo de algunos detenga la acción porque no se sabe cuándo llegará la ganancia. Entonces, se debe hacer la tarea con gozo, con alegría y fe: creyendo que la gran recompensa vendrá. El que otr@s no quieran lo que anhelas, no significa que debes rendirte, al contrario: eres de l@s privilegiad@s. La historia lo dirá…

El resultado exitoso de alcanzar la meta lo justificará todo, puesto que toda gestión es como la de los escenarios políticos, pues el verdadero fin de la política es dar solución a los problemas de la sociedad poniéndose a su servicio, no para perpetuar desgracias ni lo caótico, sino para materializar el desarrollo y el progreso que beneficie a tod@s.

Chichí Páez
gerenciaenaccionve@gmail.com
@genaccion




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