Este escrito de hoy está dedicado a Eduardo Alemán, un demócrata a carta cabal: QEPD, en su memoria seguiremos. Equipo humano de Gerencia en Acción…

Recientemente, en Madrid, Hugo «el pollo» Carvajal (exmilitar y exdiputado a la Asamblea Nacional por Monagas, quien fue jefe de la inteligencia del gobierno de Hugo Chávez) declaró ante la justicia española que Henrique Capriles R. ganó la Presidencia de la República y que no defendió su triunfo electoral. Entonces, ¿puede confiarse en los órganos del poder público nacional, entre ellos: el Consejo Nacional Electoral (CNE)?

Vaya experiencia de lo que es el «metaverso»: lo que está más allá de las letras y que queda al descubierto sólo cuando se interpreta lo expresado. Quien no lo percibe así es porque se queda en lo superficial. Ante tal realidad es imprescindible superar escollos y actuar como los líderes que están en el escenario democrático, donde el poder reside en la mayoría del pueblo.

A entenderlo, aprenderlo, admitirlo y asumirlo. Sólo así se podrá cumplir el rol que la historia pide para dejar el legado que exige la existencia. Y si para ello debe darse la vida: ¡a darla, a defender la democracia: ya basta de tanta maldad! En muchos países se ha tenido que defenderla y hasta se han entregado vidas en la lucha para tener el derecho de votar para designar a quienes el pueblo escoge como gobernantes. Entonces, ¡a defender ese derecho que mucha sangre ha costado: no debe dejarse perder!

El próximo domingo 21, la nación llegará a una encrucijada histórica, convocada írritamente, en la cual estará la alternativa de escoger entre dos opciones que teóricamente se proyectan en direcciones distintas: una que anticipa seguir por el sendero de lo actualmente imperante: un crisol tiránico con facetas de hambre, sometimiento inmoral e indigno, falta de libertad de expresión (con cierre de medios de comunicación y otros bajo el yugo de la censura), centenares de presos políticos, expropiaciones (de locales, edificios, industrias, haciendas, fincas, etc.), represión brutal (hiriendo, torturando y matando opositores), falta de justicia y presencia de impunidad.

Entre tanta maldad basta citar el estado paupérrimo de escuelas, liceos e instalaciones de las universidades nacionales (autónomas): están en su peor momento con maestros, profesores, empleados y obreros pasando penuria, y con alumnos y estudiantes viniendo de hogares inmersos en la peor realidad económica (¡más del 90% en pobreza, nutriéndose deficitariamente!) implicando el acabose del rendimiento del sistema educativo público.

El sistema público de salud no se respeta la dignidad humana porque hasta se incurre en el atrevimiento de usar al pueblo como ratas de laboratorio experimental aplicándole un producto -la candidata a vacuna «Abdala», proveniente de Cuba, que no ha sido «aprobada» (en su envase se lee que es para un «ensayo clínico»; es decir: un experimento en el que no se cumple con todo lo exigido por la norma bioética en ciencia para el uso de un producto en humanos)- presentándolo como una de las tácticas estratégicas para enfrentar al virus SARS-CoV2 (causante de la ECoVi-19), y las sedes asistenciales están en pésimas condiciones, quienes van a ellas deben comprar lo necesario para su tratamiento y quienes laboran allí (¡todos, excepto los que mandan!) están arriesgando su vida por no proveérseles con los insumos de protección correspondientes y se les retribuye su labor con sueldos miserables e indignos. ¡Cuántos cientos de estos héroes han muerto aquí por complicaciones de la ECoVi-19!

Quienes han cotizado semanalmente y durante décadas en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales reciben poquísimos bolívares por una jubilación que no alcanza para cubrir las necesidades básicas personales.

Todo lo anterior son sólo pinceladas del cuadro tétrico que se está dibujado con acuarelas pútridas desde que inició el desastre que volteó el rumbo que se perfilaba acá a finales del siglo XX: el de un país del tercer mundo en vías de desarrollo, en el cual se estableció la infraestructura y los servicios que están arruinándose cada día más, configurándose un país regido por una casta de individuos que no son ni parecen ser políticos y cuyo calificativo -por respeto a las letras- es inexpresable.

En dicho país se completó el sistema eléctrico interconectado nacional (con Guri, las Macaguas, Planta Centro y más al frente y con un ramal para vender electricidad a Brasil y a Colombia: sobraba energía eléctrica). Hoy, tal sistema -por múltiples causas- es insuficiente para cubrir la necesidad interna, obligando a racionar el servicio eléctrico por zonas afectándose indistintamente hogares, universidades, clínicas, etc. del país en el que miles de empresas han cerrado sus puertas, lo que se ha intensificado por efecto de la pandemia viral actual: ¿cuán mayor sería ese cataclismo si no hubiera la epidemia, si todas las industrias estuvieran en el apogeo que buscaban y si no se hubieran ido quienes huyeron aventurándose en la mayor diáspora mundial en un ámbito y tiempo sin guerra con armas?

PDVSA perdió la capacidad de extracción de petróleo, perdiendo también la capacidad de procesarlo a pesar de existir el Centro Refinador de Paraguaná (otrora: el más grande, eficiente y eficaz del mundo) y otras refinerías; por ende, no se producen derivados lubricantes y combustibles; largas colas para reabastecer con gasolina y/o gasoil así lo muestran, salpicadas con vagabunderías de quienes piden dólares estadounidenses a los choferes para entrar a la bomba.
En los días previos al 21-11, el Banco Central de Venezuela viene interviniendo el mercado de divisas extranjeras para frenar la subida de la tasa de cambio, a pesar del bajo nivel de las reservas monetarias del país donde reina el dólar estadounidense (excepto en los estados de la frontera occidental, ahí impera el peso colombiano): por desacierto garrafal, según opinión de economistas.

El statu quo gubernamental está sometido a investigación formal por la Corte Penal Internacional ante la imputación por violaciones graves de los Derechos Humanos y crímenes de lesa humanidad. Esto después de concluirse en que hay méritos suficientes para ello (luego de la fase del análisis preliminar de la situación existente en el primer país americano sometido a eso), con base en lo pautado en el numeral primero del artículo 53 del Estatuto de Roma: _Por esto, ahora -más que antes- les urge aferrarse eternamente al poder. ¡Por algo será_ ¡

Seguir expresando detalles entrañados en la opción del sector gobernante (en la cual se ve una masa castrense involucrada en el poder, en negocios y negociados, secundada por gorilas serviles) es innecesario e inútil: las cifras muestran que la inmensa mayoría de conciudadanos la repudia.

Esa mayoría tiene enfrente otra opción, aquélla que enuncia dirigirse en dirección opuesta a la descrita, pero que se divide -a sólo milímetros de la alternativa de la encrucijada- en muchas trochas enclenques que se separan hacia diversos rumbos -como los caños del Delta del Orinoco- debido a la trayectoria de las personas que lucen al frente como rostros visibles: uno con falta de ímpetu y coraje para actuar como el Presidente Interino constitucional que es; otro con antecedente de salir esposado de una alcaldía; otro por haber golpeado a una dama y haber empuñado un arma; otros por dar señales de cohabitación con quienes son señalados como vasos comunicantes conchupantes; otros cuestionados por lo acontecido con la gestión de la empresa colombo-venezolana «Monómeros» (dejado entrever por Humberto Calderón Berti); y muchos otros más que ofrecen luz, agua, seguridad y gas como que si fuera el siglo XIX (¡insólito, ¿verdad?!).

En tal encrucijada hay quien -con elegante camisa de color blanco y pantalón azul- se encumbra y clama con vehemencia «¡vente Venezuela: a no votar, pues si votas… estarás apoyando al régimen malvado!».

Otros -a pesar de la desconfianza en el CNE y de inhabilitaciones extemporáneas- piden votar y repiten ¡a votar, a votar!

Entre todos, en la bruma reinante, la imagen transparentoide de la democracia agonizante implorando: ¡sálvenme..!

Hay que escuchar, analizar y decidir, pero eso sí, en caso de hacerlo por votar: ¡a defender con todo el voto de la mayoría, a diferencia de lo hecho por Capriles, pues -de no ser así- lo que se está gestando es horrible, catastrófico! La actuación ha de ser en unión amalgamada como lo representa el «Monumento a Carabobo» con «El Libertador» dirigiendo en el ápex del monolito en la Plaza Bolívar de Valencia.
Finalmente, cabe recordar cuán ejemplarizante fue don Vicente Emparan, ante el Cabildo de Caracas el 19 de abril de 1810, en aquel balcón frente a la Plaza Mayor -con el padre Madariaga detrás de él, anticipándose al cataclismo que vio venir- al decir: «Si no quieren mi mando, tampoco lo quiero», renunciando a su condición de Capitán General de la Provincia de Venezuela: una salida sabia, digna, prudente, humilde y valiente.

Chichí Páez
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