Evidentemente, existe una disociación notoria entre el mundo de la educación y el mundo del trabajo. No podemos continuar con mundos disociados Martín Padulla, Director de StaffingAmericaLatina

Evidentemente, existe una disociación notoria entre el mundo de la educación y el mundo del trabajo.

Se manifiesta abiertamente en la brecha que se observa al analizar las competencias —capacidades y habilidades— que genera el sistema educativo en términos generales y las que demanda el mercado laboral. Esto resume la “tormenta perfecta” que constituye el fenómeno del empleo joven: personas que no encuentran trabajo y empresas que no pueden hacerse del talento que necesitan.

Si tengo que esbozar una sola idea acerca de cómo abordar este problema, diría que hay algo de esquizofrenia en una educación que en general prioriza el individualismo, lo enciclopédico y lo competitivo, y un mercado laboral que busca cooperación, trabajo en equipo, creatividad y mayor conexión con las emociones.

Necesitamos una educación más conectada con esta realidad, que promueva la innovación, la creatividad, las disrupciones, que haga hincapié en las habilidades STEAM (Ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas) y en las habilidades socioemocionales que nos diferencian de la convergencia tecnológica.

Esta Cuarta Revolución Tecnológica, como las anteriores, exige poner en juego nuevas competencias. El desafío de la educación en la región es dejar atrás rápidamente el viejo orden y ponerse a tono con el siglo XXI. Para esto es fundamental el acceso a la educación y que esta se permita ser 4.0 y conectada con este cambio de época.

Ante un futuro incierto en lo que respecta al futuro del trabajo, ¿cómo debería articularse la relación entre educación, legislación y trabajo?

En lo que respecta a marcos regulatorios, en términos generales fueron escritos en máquinas de escribir, describen una realidad que no contemplaba la computadora y mucho menos la convergencia tecnológica o la singularidad. El nivel de atraso y desactualización es alarmante. Necesitamos ir hacia escenarios más flexibles con seguridad, abrazar diversas formas de trabajo y construir mercados laborales más modernos, más dinámicos, más formales y más inclusivos.

La educación debe integrarse al mundo del trabajo. No podemos continuar con esta idea de compartimentos estancos o mundos disociados. Experiencias hay muchas y muy buenas en diferentes lugares del mundo en las que la frontera entre educación y trabajo comienza a hacerse difusa. No creo en modelos únicos ni infalibles, creo que hay que adaptar, estudiar las buenas prácticas,aprender de los fracasos y ser permeables a experiencias innovadoras en un contexto de cambios permanentes a velocidades exponenciales.

La formación dual al estilo alemán o suizo parece ser el puntapié inicial, modelos como los de las universidades disruptivas asociadas al mundo del emprendimiento parece ser un camino de mayor sofisticación. En el medio hay un abanico de posibilidades para poner en una misma mesa la educación y el trabajo. Esta dinámica debe ser puesta en marcha con urgencia, la educación y el trabajo constituyen la única posibilidad cierta de inclusión y movilidad social.

¿Basta con incorporar tecnología a la educación para hacer frente a los desafíos que plantea el futuro del trabajo?

La tecnología es condición necesaria pero no suficiente. Se trata de un medio y no un fin. Lamentablemente en nuestros países no podemos todavía garantizar la condición necesaria, esa que posibilitaría acercarse a la idea de igualdad de oportunidades. Esto es prioritario y urgente.

Estamos ante una revolución que se basa en la convergencia tecnológica, pero el abordaje de las nuevas tecnologías genera desafíos en la formación de formadores y la necesidad de un cambio de paradigma. Vamos a un escenario de “blendedlearning” (aprendizaje semi presencial) con instancias virtuales y presenciales, y cambios muy profundos en estas instancias presenciales. Así como están cambiando mucho los ámbitos de trabajo también cambiará mucho la distribución física de las instituciones educativas en general.

¿Cómo pueden aprovechar los gobiernos y las empresas las oportunidades que presentan la Cuarta Revolución Tecnológica?

Creo que ante la Cuarta Revolución Tecnológica (CRT) se puede tener una actitud pasiva (básicamente no hacer nada), una actitud preactiva (intentar prepararse para los cambios), una actitud reactiva (actuar a medida que visualizamos el impacto de los cambios) o una actitud proactiva (ser verdaderos protagonistas de los cambios). Esta última posición parece ser la más interesante tanto para gobiernos como para empresas.

La tecnología, como nunca antes, nos da la posibilidad de ser pequeños y a la vez globales. Actualmente existen nueve unicornios, empresas de base tecnológica valuadas en USD 1000 millones, en nuestra región. Las tradicionales clasificaciones de países desarrollados y emergentes se están desdibujando a partir de esta revolución. Las empresas tradicionales también están siendo interpeladas por estas nuevas empresas que crecen a una velocidad exponencial. Me parece muy importante comprender que estamos ante una oportunidad muy grande, en nuestra región coexiste la Cuarta Revolución Tecnológica y el bono demográfico. Si trabajamos en una verdadera agenda de futuro, podemos permitirnos soñar con el desarrollo sostenible. Para lograr esto, gobiernos, instituciones educativas y organizaciones en general, tenemos que hacer mucho en poco tiempo.

¿Cuál es el riesgo que se corre si no se anticipan las demandas del futuro?

Las consecuencias estarían ligadas con la profundización de fenómenos sociales como los que actualmente vivimos: desempleo, exclusión, marginalidad y mayores niveles de pobreza. Cuando analizamos las revoluciones tecnológicas anteriores, podemos observar que siempre más personas se incorporaron al mercado laboral. En los tres hitos anteriores, este fenómeno trajo diferentes competencias a las predominantes en el periodo anterior y formas de trabajo diferentes.

Si continuamos aferrándonos a un modelo educativo que tuvo sus bases a fines del siglo XIX y un concepto de trabajo concebido a mediados de la década del 40 del siglo pasado, las posibilidades de obtener los trabajos del futuro que ya se están distribuyendo en todo el mundo son escasas. Si invertimos en capital humano 4.0 (talento pertinente), concebimos diversas formas de trabajo brindando flexibilidad y seguridad social, disminuimos la brecha de competencias y generamos buen clima de negocios, nuestras posibilidades como región son enormes. El riesgo es grande, pero prefiero enfocarme en el desafío que es mucho mayor.

¿Qué estructuras crees que impiden actualmente esa anticipación?

Fundamentalmente, hay dos factores que inciden fuertemente: el cultural y el político. El primero tiene que ver con una profunda aversión al cambio, con una marcada tendencia a repetir modelos conocidos más allá de sus resultados concretos y con no visualizar este verdadero cambio de época con su consecuente e imperiosa necesidad de reconversión.

El segundo está vinculado a factores ideológicos, intereses y mantener un statu quo que beneficia a una clase dirigente que, en términos generales, discute más el pasado que el futuro. Estamos asistiendo a una profunda crisis de representatividad. Los “centennials”(son aquellos que nacieron después de 1996) no se sienten representados por sindicalistas, líderes del sector empresarial tradicional, ni políticos. En gran medida porque debaten acerca de un mundo que no es el que ellos viven ni proyectan.

NOTA DE GA: Las ideas y conceptos expresados en este escrito deberían ser internalizados y puestos en marcha en todos los niveles del subsistema educativo venezolano por los planificadores educacionales de este régimen

Escuche de lunes a viernes a la 1.30 PM el micro-programa “Gerencia en Acción” por Max 929 o por www.maxfm929.com

(*) Este escrito fue tomado de la revista IEEM, cuyo título es : “La educación debe integrarse al mundo del trabajo. No podemos continuar con mundos disociados”. Entrevista concedida por el Dr. Martín Padulla. Director de StaffingAmericaLatina, consultor OIT y líder del proyecto #Fowiberoamerica

Chichí Páez
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