“El indolente, es visto en el área de la psicología, como una persona que no se conmueve ante el dolor de otros individuos e inclusive de aquellos que forman su propio seno familiar”. Anónimo

Socialismo del siglo XXI: una expresión rimbombante, palurda, engañosa, que -como el sonido de la flauta en Hamelín- atrae a l@s más incaut@s y manejables, convirtiéndoles en «seguidores dependientes».

El Socialismo del siglo XXI (es decir: el chavismo) es una ideología considerada como una interpretación del bolivarianismo mezclada con la definición del socialismo según las exégesis de Hugo Chávez (un collage de los principios revolucionarios de Rousseau y Marx) que cristalizó en Venezuela en 1999 y es promovida por los chavistas en todo el continente (a través de organizaciones políticas agrupadas en el Congreso Bolivariano de los Pueblos) proponiendo también la integración energética, económica y política de Latinoamérica.

La ideología chavista nace de tres históricos («el árbol de las tres raíces»: Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora, y Simón Bolívar) cuyos planteamientos basaban en la libertad, la igualdad y la justicia, pero el actual chavismo-madurismo-diosdadismo habla de la cultura universal al alcance de las masas, pero encarcela (como presos políticos, la mayoría de casos «no judicializados») a los escritores y periodistas que dicen la verdad y oprime a pueblos, culturas y masas con un modelo de gobierno que maneja a su conveniencia; desprotege la identidad cultural del país (destruye iconos y referentes históricos, cambia denominaciones, y más; p.ej.: se destruyen estatuas y ya no se dice «compatriota», sino «connacional»); proclama la libre determinación de los pueblos indígenas, pero le impone un modelo electoral diferente al resto de la nación y hay pemones detenidos en El Rodeo II sin acceso al expediente; habla de equidad de recursos económicos, pero del PIB nacional más del 4% se invierte en la guerra mientras que sólo el 0,38% se destina a la educación (l@s gobernantes de los países desarrollados del mundo propician el mejor funcionamiento del sistema educativo, muy especialmente el nivel superior, pero… las universidades nacionales venezolanas son estranguladas financieramente; ¡obvio: mientras más ignorante sea el pueblo, más fácil es engañarle y someterle!).

No se queda en lo anterior y va más allá: l@s socialistas del siglo XXI y sus enchufad@s invierten una fortuna en propaganda radio-televisiva para aparentar la imagen de existencia de un proceso electoral lícito, pero todo eso es una pantomima: el 6 de diciembre próximo no habrá elección, sino votación.

¿»Votación» en vez de «elección»?

Sí, pues es una farsa plena cuyo resultado ya es anticipable: sólo l@s candidat@s del status quo gobernante (incluyendo psuvistas y falsos opositores) ocuparán las curules del salón de sesiones del Palacio Legislativo Nacional donde ha de funcionar el parlamento venezolano. No importan sus nombres: se amalgamarán titiriter@s y títeres del submundo politiquero actual.

Todo eso acontece en un país en el que los servicios de salud oficiales están inservibles (los insumos deben ser aportados por l@s enferm@s y/o sus relacionad@s, l@s operari@s del sector salud no son dotad@s con los equipos de bioprotección requeridos -¡su salud y vida no les importan!- y su salario es indigno: no alcanza para sobrevivir y más de 55% de ell@s han migrado hacia la economía informal), las diversas policías se integran en un sub-sistema ¿de seguridad? desordenado e incontrolable (el fiscal general dijo no entender lo que pasa e invitó a l@s delincuentes que las integran a que las abandonen -renuncien o deserten- y constituyan sus bandas criminales; es decir: ¡confiesa -sin quererlo decir- que quienes gobiernan no tienen dominio sobre dichos cuerpos y piden a l@s disfrazad@s de policías… que se vayan, pues… les están haciendo un flaco servicio!: ya no les garantizan la seguridad de poderse sostener, les han sobrepasado).

En este país minero de petróleo tampoco hay combustibles suficientes (entre otros: gas y gasolina) para su población, pero sí se siembra la idea de que todo lo malo deriva del sistema político precedente al chavismo, pero… en la cuarta república… el país llegó a ser el primer exportador de petróleo, vendía combustibles a otros países, sus universidades intercambiaban docentes con los de las del extranjero (habiendo beneficio para ambas partes), había una gran movilidad socioeconómica ascendente (el campesinado se vino a las ciudades; mucha gente pudo comprar comida, casa, ropa, calzados, motos, automóviles y más), puso en funcionamiento su industria básica pesada (de aluminio, siderúrgica, etc.), estableció el sistema eléctrico interconectado nacional y vendía electricidad a países vecinos.

Ahora, toda la nación sabe que el sector petrolero está en ruinas, hay que hacer colas de varios días para adquirir gasolina y esperar meses para que traigan gas doméstico para cocinar (mientras tanto, a hacerlo como en la época de las cavernas: con leña); l@s docentes están enclenques; la movilidad socioeconómica es descendente (más del 90% está en pobreza: ¿quién puede comprar toda la comida o la medicina necesaria, o casa, ropa, calzados, etc?); las fallas eléctricas son casi cotidianas; la caída del comercio llega a 60%, etc, etc. Diariamente, hay protestas en el país: la conflictividad es alta.

Lo que se ve es que quienes hablan de antiimperialismo y de anticolonialismo (enrevezando un pseudopatriotismo) están obes@s, bien vestid@s, y son incapaces de propiciar un escenario donde sea posible la máxima suma de felicidad en las personas que habitan el país: ¡cuán indolentes, maléfic@s y egoístas son: luego de más de 20 años gobernando, siguen echándole descaradamente a los demás la culpa de lo que acontece (lo cual es un fenómeno psicológico denominado «reflexión»: atribuyen a otros la conducta propia); siguen hablando de buscar la recuperación económica (¿sólo la de ell@s?) cuando que lo que hacen es destrozar aún más la economía nacional; mimetizan un fraude inmenso tras un parapeto electoral y amenazan a sus «seguidores dependientes» con que… si no van a votar por ell@s… les quitarán: 1- las limosnas (bonos, etc.) que les dan (que realmente son medios asquerosos de comprar votos) y 2- las comidas CLAP que les venden!

Sin duda: la indolencia de l@s socialistas de siglo XXI y sus enchufad@s da para todo eso y mucho más, pues estos personajes son miembros de la confabulación global que desde hace siglos busca lograr el mando mundial a través de la integración de un hilo histórico que se ha venido formado, entre otros, por los illuminatis, los fracmazones, la orden de los templarios, el nuevo orden mundial, the big brother, the deep state, el cabal (detallado prolijamente en «El oráculo de Zamna», canal de Youtube interferido por el «poder superior»), the black lives matter, antifa, el comunismo, individuos como Jorge Soros, William Gates, y más, entre lo que se menciona la orden de los jesuitas (leer su juramento) que ha logrado un Papa que ocupa -según las profecías- el lugar del papa negro, el último papa, el papa del otro mundo.

El Homo sapiens es capaz de diferenciar entre el bien y el mal. Cuán bueno sería que «el loco», del poema de Gibrán Khalil G., se hiciera presente en la gran mayoría de l@s compatriotas como resultado de percibir la realidad y de desengañarse, con lo cual quitarán definitivamente las máscaras a l@s indolentes socialistas del siglo XXI y a sus enchufad@s y no les respaldarán más. Ojalá que empiecen a reinar el patriotismo genuino, la autoestima y la autodignificación

Chichí Páez
gerenciaenaccionve@gmail.com
@genaccion




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.