Muchas personas se preguntan hasta cuando usar tapabocas tras dos años de pandemia. En algunos países se mantiene la obligatoriedad, en otros la utilización se ha flexibilizado con cautela, mientras prosigue el registro de contagios por Covid-19. En todo caso, así como el virus, el tapabocas llegó para quedarse por un bien tiempo y de ahora en adelante formará parte de la cotidianidad de la gente, una nueva prenda dentro de los accesorios de los más cuidadosos.

Y es que la pandemia cambió radicalmente nuestras vidas. Introdujo cambios culturales de todo tipo, incluyendo el reforzamiento de medidas de higiene, que seguramente se convertirán en normas en nuestros hogares. En lo particular, tras padecer la enfermedad y vivir de cerca el dolor de amigos ante la muerte de familiares, soy mucho más consciente de mis acciones, en especial si éstas pueden afectar la salud de los demás. No salgo sin un buen tapabocas e hice una buena inversión en antibacterial, alcohol, caretas, etc.

Obviamente la vida sigue, pero mientras el coronavirus se mantenga como una amenaza, debe privar el cuidado. En Venezuela se continúan registrando decenas de casos diariamente y las muertes, si bien han disminuido, siguen enlutando a hogares en todo el territorio nacional. En este sentido, debemos experimentar un nuevo estado de consciencia en donde los deberes ciudadanos, en especial, la protección de quienes nos rodean sea una prioridad.

El virus sigue haciendo de las suyas y un gran sector de la población se hace la vista gorda. Observo, sobre todo en los más jóvenes, cierto desinterés en protegerse. Quizá hartos de tantas regulaciones. Sin embargo, esto no justifica que inunden sus casas de amigos sin la debida protección, exponiendo a sus propios padres y vecinos. Repito, mientras las alarmas mundiales sigan encendidas y la gente termina de vacunarse, es necesario mantener la prudencia, en especial, cuando se trata de bochinches.

Son decisiones personales que involucran a quienes nos rodean. Yo decidí, por ejemplo, mantener la costumbre de quitarme los zapatos al ingresar a casa, como lo hacen los japoneses. También el lavado de manos constante en la vivienda y lugar de trabajo. Además, del distanciamiento social, sobre todo con gente desconocida y de la que no conocemos mayor información. Ahora pareciera se me activa un chip cuando pretendo tocarme la cara o los ojos, lo que me lleva directamente a echarme alcohol o antibacterial. En este contexto, el reforzamiento del sistema inmune es clave, por lo que no pueden faltar el consumo diario por tiempos prolongados de vitaminas C, D, Zinc, la hidratación permanente, el ejercitarse y comer bastante sano. Como vemos, mientras la Covid-19 siga haciendo de las suyas, es mejor mantener el uso del tapabocas.

 

 

 




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