El conocido óleo del eximio pintor valenciano Arturo Michelena y el mural que se encuentra en la Casa de Páez en Valencia sobre la batalla de Las Queseras del Medio, evocan la magistral acción militar del impertérrito José Antonio Páez, con ciento cincuenta soldados y sus lanzas erizadas, contra el aguerrido ejército del jefe realista Pablo Morillo, realizada el 2 de abril de 1819, en el sector Guasimal, municipio Achaguas del estado Apure.

Previo a esta brillante operación militar, estudiamos que el 17 de enero de 1819 en San Juan de Payara, se reúnieron Bolívar, Páez y Manuel Cedeño.

El 20, Páez es ascendido a general de división por el Libertador, quien se trasladó a Angostura con la finalidad de organizar e instalar el 15 de febrero el Soberano Congreso.
Bolívar, que había regresado a los llanos apureños el 10 de marzo, derrotó al comandante José Pereira en el Trapiche de La Gamarra el 27 de marzo.

Luego de marchas y contramarchas, hostigado continuamente por la caballería del “Centauro”, Morillo estableció su cuartel general en Achaguas.
Bolívar se ubicó en la margen derecha del río Arauca.

El jefe realista con fuerzas superiores procedente de Achaguas, se encuentra en el sector conocido como Mata del Herradero en la margen izquierda del Arauca.
El 2 de abril Vicente Camero, desertor de los realistas, le informó a Páez de una emboscada que le está preparando Morillo.

“El Centauro”, conocedor del llano y de las capacidades de sus hombres, luego de haber realizado un reconocimiento al futuro escenario de combate, ubicado a unos tres kilómetros del campamento patriota, le propone al Libertador la idea de cruzar el río con ciento cincuenta soldados de caballería, aplicando su famoso “Vuelvan Caras”.

Bolívar aprobó el Plan, permaneciendo con su Estado Mayor para observar el cruce de río a partir de las dos de la tarde del 2 de abril y las futuras operaciones a ejecutar por parte de la caballería de Páez, organizada en siete grupos de ataque al mando de: los coroneles Francisco Aramendi, Cornelio Muñoz y Francisco Carmona, y de los tenientes coroneles Juan Antonio Mina, Fernando Figueredo, Juan Gómez y Juan José Rondón.

Morillo, al observar la aproximación al galope, envió al comandante, el caraqueño Narciso López Urriola, al frente de mil doscientos jinetes organizados en dos columnas, con la finalidad de envolver a la fuerza de Páez.

Rondón, en la vanguardia con veinte lanceros, cargó contra Narciso López, retirándose velozmente.

López imprudentemente echó pie a tierra sus carabineros.

Páez, al notar una brecha en la formación realista, alzó la lanza y emitió a los cuatro vientos su famoso “Vuelvan Caras”.

Oído y cumplido por todos, quienes regresaron y acometieron con sus temibles cargas, diezmando y desconcertando a la caballería enemiga, que huyeron en desorden, con saldo de cuatrocientas cincuenta bajas, todos venezolanos.

Sólo Páez lanceó a cuarenta y dos adversarios, según lo indicó en su autobiografía:

“Puse a tragar polvo a cuarenta y dos enemigos”.

Las bajas patriotas fueron apenas de dos muertos y seis heridos.
Ante la imposibilidad de contener aquella ofensiva, los realistas se movilizaron precipitadamente hacia un bosque cercano, donde la espesura y la caída de la noche favorecieron la retirada continuada hasta Achaguas.

Bolívar, que había observado la acción, con gran entusiasmo felicitó a Páez y a sus hombres.
Al condecorarlos con la Orden de los Libertadores el 3 de abril exclamó:

«Soldados ¡Acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que pueda celebrar la historia militar de las naciones».

Ciento cincuenta hombres, mejor diré ciento cincuenta héroes guiados por el impertérrito general Páez, han atacado de frente a todo el ejército español de Morillo… Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Contad con la victoria que lleváis en las puntas de vuestras lanzas y de vuestras bayonetas»
Cuando Páez felicitó a Rondón por su heroísmo, éste contestó:

«General, así se baten los hijos del Alto Llano”.

Esta brillante operación militar motivó más adelante al Libertador, a denominar a Páez :
“La mejor lanza del mundo”.

Es importante acotar que la lanza llanera mide cuatro metros, en contraposición de la española, que apenas mide 1,75 metros.

Narciso López Urriola diseñó la bandera de Cuba, izada por primera vez en la población de Cárdenas cerca de Matanzas el 19 mayo de 1850.

Eumenes Fuguet Borregales.

eumenes7@gmail.com




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