Carabobo es una página de oro escrita con la tinta del sacrificio, honor y heroísmo; en voz aruaca significa quebrada de mucha agua, magistral campaña propia del genio de nuestro Libertador Simón Bolívar, quien tuvo que recorrer 65.000 kilómetros para liberar casi cinco millones de kilómetros cuadrados, convertidos en un manojo de seis naciones libres.

ANTECEDENTES.

Juramento de Monte Sacro el 15 de agosto de 1805, cuando en presencia de su maestro Simón Rodríguez, desde la colina romana, lanza a los cuatro vientos su juramento de no descansar su brazo y su alma hasta ver libre a Venezuela de las cadenas que oprimían por voluntad del gobierno español.

Primera batalla de Carabobo realizada el 28 de mayo de 1814 en la misma llanura, escenario del combate decisivo. En esta oportunidad las fuerzas del Libertador estaban ubicadas de espalda a Valencia.

Liberación de Guayana en 1817, que permitió la navegación por el río Orinoco, la logística que ofrecía las misiones del Caroní y las comunicaciones con la Nueva Granada y el exterior.

Campaña de la Nueva Granada en 1819 la cual culmina después de atravesar el páramo de Pisba con el triunfo en Boyacá el 7 de agosto.

La Revolución en Cádiz de los comandante Rafael Riego y Antonio Quiroga el 1ro de enero de 1820, la cual no permitió el envío de 20.000 soldados para reforzar al disminuido ejército de Morillo llegado en abril de 1815.

Los Tratados de Trujillo en noviembre de 1820, que permitieron la suspensión de las hostilidades por seis meses y la humanización de la guerra gracias a la participación del general sucre, el prócer más puro de la independencia americana.

El pronunciamiento de Maracaibo el 28 de enero de 1821 lograda por voluntad popular, entendida por el general realista Miguel de La Torre como una violación a los Tratados de Trujillo firmados entre Bolívar y Morillo el 26 de noviembre de 1820.

CONCENTRACIÓN DEL EJÉRCITO LIBERTADOR.

Bolívar y De La Torre acuerdan iniciar las operaciones militares el 28 de abril

Según las instrucciones impartidas por el Libertador, se requería concentrar el ejército considerando la ubicación y el avance de las fuerzas. Inicialmente se dispuso en Mijagual – Barinas, luego en Guanare y por último San Carlos, a donde llegó procedente de Barinas el 2 de junio.

Gral. Urdaneta, salió de Maracaibo el 28 de abril, libera Coro el 11 de mayo, sigue a Carora; por enfermedad entrega las tropas al coronel merideño Antonio Rangel, quien llega el 19 de junio a San Carlos luego de recorrer 590 kms.

Gral. José Antonio Páez salió el 10 de mayo de Achaguas, no sin antes rezar en la capilla y ofrecer un Nazareno si triunfaba en la batalla que iban a dar; avanzó al frente de 1.000 infantes y 1.500 jinetes, movilizaba dos mil caballos de reserva y cuatro mil reses para dar de comer a su ejército; recorrió 610 kms, la caballería llegó a San Carlos el 7 de junio, la infantería lo hace el día 11.

Gral. Juan Bautista Arismendi, con 400 soldados se dirige desde Margarita hasta Curiepe donde se le anexará al ejército de Bermúdez.

Gral. José Francisco Bermúdez, inicia su avance desde el río Unare el 28 de abril para abrir operaciones de distracción en Caracas, en su maniobra conocida como “Diversión”, llegó hasta La Victoria; obligó al general realista Morales salir de la población de Calabozo con mil soldados a combatirlo; estrategia que permitió que estos efectivos no estuvieran en Carabobo y despejaran el camino para el avance de Páez.

Coronel Cruz Carrillo, salió de Trujillo con mil quinientos soldados hacia Barquisimeto, allá se le une el coronel Juan de los Reyes Vargas, seguirá a San Felipe, informando ser la vanguardia del ejército, lo que motivó que dos días antes de la gran batalla, el jefe realista De La Torre enviara de urgencia al coronel Juan Tello con dos batallones que tampoco estarían presente en la batalla decisiva, actividad conocida como “la Diversión de Cruz Carrillo”.

Coronel Francisco de Paula Avendaño, con trescientos soldados se movilizará desde La Guaira hasta Curiepe para reforzar a Bermúdez.

General José Tadeo Monagas, realizara operaciones de hostigamiento en los llanos orientales

El 15 de junio en San Carlos, el Libertador organizó al Ejército en tres divisiones, la Primera al mando de Páez, la Segunda al mando de Gral. Manuel Cedeño y la Tercera a las órdenes del coronel Ambrosio Plaza, para un total de 4.000 infantes y 2.300 de caballería.

El ejército realista lo integraron un total de 4.279 soldados al mando del general Miguel de La Torre y Pando.

AVANCE DE LAS FUERZAS

Bolívar salió con su ejército desde san Carlos rumbo a la gloria el 20 de junio; el 23 en la llanura de Taguanes pasó revista a las tropas; se encuentran uniformadas por primera vez luego de once años de lucha, gracias a febril actividad de las costureras de Guanare; ellas con sus incansables manos “enhebraron los hilos de la libertad”.

El Libertador concluyó su arenga. “¡Soldados, mañana seréis invictos en Carabobo! .

El Ejército realista se instaló en la llanura de Carabobo dando la espalda a Valencia, cubriendo defensivamente las rutas hacia San Carlos y El Pao; colocó a sus fuerzas en forma escalonada con las dos únicas piezas de artillería al frente; de manera que era difícil ejecutar un ataque frontal.

El día 24 de junio en horas de la mañana, Bolívar instalado en el cerro de Buena Vista, utilizando un catalejo, observó el dispositivo enemigo. Con la información recibida de algunos baqueanos, ordena que éstos indiquen la ruta a la división de Páez para ejecutar una operación de Desbordamiento a través de la colina El Chaparral.

LA OPERACIÓN OFENSIVA INICIADA A LAS ONCE DE LA MAÑANA.

Utilizando macheteros Páez avanza por la Pica de la Mona hasta la retaguardia de los realistas enfrentándose al batallón Burgos de la caballería del general Morales, segundo de De La Torre; el Bravos de Apure al presentar varias bajas es relevado por el batallón Cazadores británicos al mando del intrépido coronel inglés Thomás Ilderton Ferriar, con su famosa orden “rodilla en tierra”, obliga al Burgos a retroceder, que en su auxilio llegan los batallones realistas Barbastro y Holtalrich. Para completar la valerosa actividad del Cazadores Británicos acude el batallón Tiradores.

El mariscal de La Torre ordenó a otras unidades ejecutar maniobras de ataque, pero algunas se rindieron y otras escaparon del campo de batalla. El comando realista en completa derrota, protegido por el batallón Valencey al mando del denodado coronel Tomás García, se movilizaron hasta llegar al castillo San Felipe de Puerto Cabello.

En la persecución del Valencey mueren los valerosos oficiales Manuel Cedeño denominado por Bolívar “el bravo de los bravos de Colombia”; igualmente Ambrosio Plaza no sin antes exclamar: “muero en este campo de victoria, en el punto más avanzado adonde no llegó Páez”; la camisa del capitán Ángel Bravo recibió catorce lanzazos sin que fuese herido, dijo Bolívar: “merece un uniforme de oro”.

Páez en plena acción sufrió un ataque de epilepsia, es salvado por el comandante realista, el venezolano Antonio Martínez, quien lo envió a sus filas con el Tte. Alejandro Salazar (alias Guadalupe).

Los tenientes Rafael Mendoza y Vicente Piedrahita, encargados de la ingrata tarea de enterrar a los fallecidos en combate, consiguieron dos valerosas mujeres uniformadas y con el pelo recogido, de las 25 que pelearon en el magno combate que duró una hora a partir de las once de la mañana; los niños de Tocuyito y Tinaquillo ayudaron a enterrar los cadáveres.

Los realistas perdieron en la batalla entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos: 122 oficiales y 2786 soldados; las pérdidas republicanas según el parte oficial apenas eran de 200 muertos y heridos. El Libertador desde Valencia envía el parte de guerra al Presidente del Congreso el 25 de junio, inicia su mensaje:

“Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria, el nacimiento político de la república”.

El general Santiago Mariño se queda en Valencia, el coronel Antonio Rangel es enviado a sitiar a los realistas en Puerto Cabello. Bolívar y Páez se dirigen a Caracas adonde llegan el 29 de junio. En Carabobo lucharon venezolanos de todas las clases sociales y de todas las regiones, hombro a hombro con trescientos sesenta voluntarios de diversos países.

Razón tenía el Libertador cuando dijo en el manifiesto de Carúpano el 7 de septiembre de 1814: “Dios concede la victoria a la constancia”.

CONCLUSIONES.

Después de la batalla de Carabobo, hasta lograr la salida definitiva del ejército español con la Toma de Puerto Cabello el 8 de noviembre, se realizaron unas sesenta acciones militares.

Es Carabobo un mensaje permanente de sacrificio, unión fraternidad y optimismo por un mundo mejor. El 24 de junio de 1939, el “Poeta del Pueblo”, Andrés Eloy Blanco en su elocuente discurso ante el Congreso, denominó a Carabobo como: “El domicilio histórico del Ejército venezolano” y el presidente de la república el general Eleazar López Contreras designó 24 de junio: “Día del Ejército Venezolano”.

Al sentirnos orgullosos de nuestro glorioso pasado, es preciso completar la tarea por ellos iniciada, mediante el estudio y el trabajo creador, sin egoísmos ni discriminaciones en beneficio del desarrollo del país.

Tenemos la deuda histórica de colocar en la inmortal sabana de Carabobo los monumentos de: La heroína venezolana, “Mujer hecha Patria”, del Niño Héroe “Semillero de Esperanzas”, del sacerdote Anónimo, “verdadero patriota con sotana” y del abnegado médico, como un acto de elevada justicia, a quienes participaron denodadamente y se sacrificaron, para dejarnos una patria libre y soberana.

No volvamos la mirada al pasado para extasiarnos en su grandeza y significado, sino para que sirva para reflexionar las jornadas del presente y futuro.




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