Más que un montón de piedras, la sociedad se parece a un edificio, enseña Duverger en su Sociología Política. La sociedad no es líquida ni gelatinosa y mejor le va a los hombres y mujeres que la integran mientras más estructurada esté. Esa estructura la aportan las instituciones, organizaciones que ganan reconocimiento gracias al beneficio social que producen con el transcurso del tiempo. Hay instituciones públicas o estatales e instituciones privadas o sociales. Las instituciones son, nunca me cansaré de repetirlo, testimonio de la perseverancia de los pueblos.

Para Weber son la concreción en el tiempo de las relaciones sociales. Prefiero concreción a cristalización que usó en su momento el autor alemán, para evitar las confusiones que podría generar cierta interpretación literal que asocie con rigidez lo que en realidad es tomar forma clara y precisa, perdiendo su indeterminación. Porque para ser duraderas, las instituciones nunca son inmutables. Nuestro Briceño Iragorry, defiende la tradición como fluidez, así como nos previene ante la prisa.

Las instituciones privadas, fruto de la iniciativa asociativa libre de las personas, son fundamentales. El carácter institucional no lo logran al nacer, sino al demostrar tras años de vida, su utilidad social. Es de presuntuosos proclamar que se ha fundado una institución, cuando la idea apenas se organiza y está recién nacida.

Lo mismo pasa con las instituciones públicas. Se las diseña, se las define constitucionalmente, se las organiza legalmente, pero será su trayectoria la que las convierta o no en instituciones. Pueden, lo mismo que las privadas, atravesar malas rachas e incluso crisis, pero el carácter institucional ganado las preserva. Ejemplos hay en Venezuela de instituciones privadas y públicas. Más de las primeras, me parece, pero son suficientes para demostrar que la vocación institucional del país existe.

Las instituciones públicas son, sobre todo en democracia, básicas. Que a todo nivel el gobierno gobierne, el parlamento represente, legisle y controle, el tribunal imparta justicia, la contraloría controle, la fiscalía fiscalice, la defensoría defienda y el poder electoral organice elecciones tan libres como justas, con responsabilidad al servicio de todos, sin exclusiones, sin discriminaciones, sin divisiones interesadas, es lo que las hace instituciones y no meros instrumentos.

Porque institucionalidad es una cosa e instrumentalidad otra muy distinta.

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