Cuando una persona se encuentra accorralada por una serie de dificultades provocadas por ella misma, cuando su comportamiento equivocado evidencia una situación realmente insostenibile, en fin cuando percibe que, a raíz de todo eso, el mundo con el cual está en contacto se le está cayendo encima, puede experimentar dos tipos de reacción. La primera es reconocer los errore cometidos, recapacitar y corregir el rumbo de su forma de proceder, tratando de hacer tesoro de esa amarga experiencia vivida. Ciertamente esta es la manera de actuar de una persona inteligente, sensible a los acontecimientos y que demuestra una gran nobleza de ánimo.

Cualquiera puede equivocarse pero uno es un verdadero hombre no por no haberse equivocado nunca, sino por haber reconocido su error y  haber recapacitado.  La segunda reacción, en cambio, es dejarse dominar por la desesperación, un sentimiento negativo que engendra solamente agresividad, violencia, un rechazo casi insolente hacia los que no comparten su opinión, llegando al extremo de menospreciar todo concepto emitido por considerarlo irrazonable, atizando así y de una manera sumamente peligrosa, adversión y odio entre la gente que lo rodea.

Yo no soy sicólogo, sin embargo, conociendo algunas personas víctimas de esa patología  –   porque de auténtica patología se trata  –   y analizando en una introspección lo más sincera posible, ciertas conductas que he tenido a lo largo de mi vida, creo poder afirmar que esa “desesperación” que produce violencia, agresividad, insolencia hacia el prójimo, por lo general es fruto de una arrogancia sin límites y de un engreimiento desmesurado. “Arrogancia y engreimiento” que nos llevan a la conclusión de que lo que decimos nosotros, lo que sostenemos nosotros, lo que apoyamos nosotros siempre y en todo momento es correcto, mientras que lo que dicen los demás siempre y en todo momento está equivocado!

Claro está que ese tipo de reaccioón, desagradable pero muy frecuente en la vida de todos los días y causa primaria de tantos problemas en la sociedad en que vivimos, no ocurre solamente en nuestra cotidianidad    –  en el trabajo, con los amigos, a nivel familiar  –  sino también y sobre todo a nivel político. Y no podría ser de otra manera ya que la política está hecha por hombres, con todas las cualidades pero también con todos los defectos de un ser humano. Ejemplo típico de lo que estoy diciendo, con referencia al momento particular que vive la Venezuela de hoy, la reacción del gobierno frente a una oposición mayoritaria que quiere buscar una solución democrática frente a ese atascamiento económico, administrativo y laboral que confronta esta pobre Venezuela.

Porque “protestar”, disentir, convocar un referendum hacer una huelga”, dentro de los límites  permitidos por la ley, son todas manifestaciones legítimas dentro de un cuadro constitucional. Ahora bien, frente a una serie de manifestaciones, la reacción del gobierno ha sido de una incomprensibile “desesperación” desconociendo esos sacrosantos derechos arriba mencionados, tachando  de golpista y terrorista a la oposición, amenazando tomar medidas drásticas, rehusando  de antemano acatar el responso popular de de un referendum plebiscitario  .

Es un gobierno desesperado que engendra agresividad, que instiga a la violencia,que desdeña y degrada  la opinión contraria a la suya, que incita al odio entre las partes.

Es la clásica demostración de que siempre y en todo momento, … la desesperación es muy mala asesora!

 




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.